El Festival del Centro Histórico es una de las celebraciones culturales más importantes de nuestra Ciudad de México, logrando existir desde 1985, ofrece diversos eventos culturales como danza, música, artes visuales, ópera, teatro, etc. a una gran cantidad y diversidad de público que transita por las calles del centro histórico. Es uno de los festivales más folclóricos y al mismo tiempo vanguardistas, trayendo a nuestros escenarios desde talento nacional joven como iconos culturales internacionalmente, además de que ha propuesto en llevar el arte y la cultura a las zonas más transitadas de la ciudad: la calle.

Lamentablemente el festival se encuentra en uno de sus momento más críticos, mismos que llevan a cuestionarse su futuro.

En sí son varios factores que bajo el mismo hilo conductor han llevado a la crisis al festival, el principal de todos es el dinero. “La parte financiera siempre ha sido el coco del festival” afirma Francesca Saldívar, fundadora del festival, reafirmando: “Todos los años está uno con el Jesús en la boca. Tratamos de no cancelar”.

Hace 15 días que el festival concluyo, siendo este año su edición número 32. Los organizadores aún no han entregado cuentas de los ingresos porque siguen haciendo su estimado de taquillas, apoyos recibidos, donativos y por parte de patrocinadores, pero se augura un escenario no tan favorable teniendo en cuenta el número de asistentes, los cuales este años fueron cerca de 59 mil 671 personas, cifra incomparable con el récord registrado en el 2002 cuando hubieron más de un millón 300 mil asistentes.

Los organizadores atribuyen la problemática a la tremenda reducción de los recursos asignados por la Cámara de Diputados, no precisaron en números pero especifican que ha sido un abrupto recorte que sumado al alza del dólar -y su inestabilidad en la bolsa mexicana-  ha causado complicaciones en los contratos de artistas. En pocas palabras, pagar a los artistas en dólares, ajustarse a sus agendas con poco tiempo de anticipación, y el recorte del presupuesto para la cultura ha hecho que la curaduría del festival quede ‘endeble’ de cierta manera, ya que si no se perfila un artista de renombre internacional -como fue con Chavela Vargas, Café Tacuba, etc,- tampoco habrá interés por parte de los patrocinadores por invertir. Nada comparado en la época de 1995 a 2002, donde se programaba con un año de antelación y se firmaban contratos con artistas hasta con dos o tres años previos.

Otro de los puntos que ha perdido fuerza el festival es su programación en las calles, donde los mismo organizadores hacen hincapié a la falta de presupuesto, en donde explican que actualmente se preocupan más por asegurar los recintos y que sencillamente: “Si el presupuesto no nos da para las calles, pues no nos da”, lo cual perjudica a una de las características esenciales del festival que era llevar arte y cultura de forma gratuita a un gran número de espectadores. En el 2015 el festival estuvo ausente en las calles debido a la grabación de Spectre, lo cual los mismos organizadores se refieren a este hecho como: “Muy desafortunado, y vino por ahí un ‘bajón’”.

La diversidad que ofrecía el festival también se ha visto afectada, como los pequeños festivales que se enganchaban de su programación, como Radical Mestizo, donde se hablaba de la música que se produce a partir del mestizaje y fenómenos de ruptura, los cuales trajo a músicos como Goran Bregovic, Rachid Taha, Diego El Cigala, etc. Así mismo, también se perdió la programación Xcéntrico, abierto a los talentos emergentes del cual iba totalmente enfocado hacia los jóvenes, quienes son el 65% del público del festival.

“El proyecto social se volvió en un proyecto elitista que está teniendo ese resultado. Sí se han recortado los recursos al festival por falta de impacto”, remató Saucedo, promotor cultural .

Saucedo pide autocritica al festival, además de buscar un proyecto para financiarse, lo cual planean aplicar nuevas medidas para su programación del 2017, concluyendo:

“¿Por qué funciona el Cervantino? Porque ahí va el chorro de dinero. Acá te dicen primero que sí y luego no, y eso es una gran diferencia. Y se entiende: Si le cortan a cultura, le cortan. No han sido años fáciles.”

Esperamos de buena fe que el festival logre una estabilidad que nos permita disfrutar de próximas ediciones, entendemos la situación en la que se encuentran y las razones de su inestabilidad. Lo más que podemos hacer es ser partícipes del festival, ser curiosos y meternos en sus programaciones, al fin y al cabo nuestra asistencia es el aire que respiran estos organizadores.

 

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