Robert Ballard, el explorador de los mares que descubrió los restos del Titanic en 1985 junto con su colega francés Jean-Louis Michel, está listo para realizar otra expedición histórica: buscar los restos del avión donde volaba Amelia Earhart, la primera piloto de vuelo en intentar cruzar el mundo en avión. La última vez que se tuvo contacto con la aeronave, fue en 1937, mientras sobrevolaba algún punto del océano Pacífico.
Aunque haya pasado poco más de 80 años desde aquel terrible accidente, si el avión de Amelia Earhart, no ha sufrido la misma suerte del Titanic -el cual invadido por una bacteria que se está devorando hasta el último rincón de metal-, es muy posible que el científico tenga éxito en encontrarlo.
El próximo 7 de agosto del 2019, Ballard tripulará el barco de última generación “E/V Nautilus”, y partirá desde Samoa, en Oceanía, con rumbo a Nikumaroro, una isla deshabitada que forma parte del país micronesio de Kiribati. Pero el viaje no lo hará solo. Un equipo de National Geographic se embarcará en esta aventura sin precedentes para poder traer todo el material necesario y que el mundo siga de cerca esta expedición a través de un documental que saldrá al aire durante el otoño.
Al igual que la expedición que lo llevó a encontrar el Titanic, el equipo de Ballard utilizará un sonar para cartografíar el fondo oceánico; desplegará vehículos de control remoto, incluyendo uno que puede alcanzar los 3 mil 962 metros de profundidad, lo que ampliará las posibilidades de encontrarlo (si tomamos en cuenta que el barco más grande del mundo hasta 1912, se encontró a 3 mil 800 metros de profundidad) frente a las costas de la Isla de Terranova, Canadá.
La desaparición del avión de Amelia Earhart, es uno de los mayores misterios en la historia de la aviación, lo que lo hace tan interesante, como la vida de la propia Earhart, reconocida por ser la primera mujer que cruzó el Atlántico en avión en solitario en 1932. Pero en mayo de 1937, Amelia despegó junto con el navegador Fred Noonan, para superar su propia marca y tratar de convertirse en la primera mujer en dar la vuelta al mundo en una aeronave.
Todo se quedó en un intento. La última vez que los pilotos estadounidenses se vieron con vida fue poco después de despegar de Lae, Papúa Nueva Guinea, durante un vuelo de 4 mil kilómetros para repostar en la isla Howland, territorio estadounidense entre Australia y Hawái. Tal como comenta El Universal, la desaparición de la valiente aviadora es uno de los mayores misterios en la historia de la aviación, que ha fascinado a expertos durante décadas siendo objeto de libros, películas y todo tipo de teorías.