Estamos viviendo un momento importante a través del trabajo de diversas cineastas talentosas que, entre otras cosas, han decidido priorizar un espacio para hablar de algunos problemas que desgarran a la sociedad mexicana: las desapariciones, la violencia y el crimen organizado.
Noche de fuego (Tatiana Huezo), La civil (Teodora Mihai) y Ruido (Natalia Beristain), son solo algunas de las cintas que por medio de diferentes tramas nos adentran en la dura realidad que azota al país y las mujeres de distintos lugares y estratos sociales. En esa misma lista, desde luego, tenemos que agregar a Manto de gemas de Natalia López Gallardo.
Quizá con menos reflectores de los que debería, esta cinta es muy especial en muchos sentidos. Primero, porque hablamos del debut como directora de López Gallardo en un largometraje, esto luego de que ella se ha mandado una destacada carrera como productora, editora, actriz y colaboradora en diferentes situaciones. Los directores Amat Escalante, Carlos Reygadas y Lisandro Alonso pueden constatar su dedicación como una creativa multifacética.
Y segundo, Manto de gemas ha obtenido un importante reconocimiento en el circuito de festivales internacionales. Tan solo en este 2022, la cinta se hizo con el Oso de Plata del Premio del Jurado en el Berlinale. Ahora, la película tendrá su estreno en el Festival Internacional de Cine de Morelia, esto como parte de la selección oficial en la sección de Largometraje Mexicano.
Manto de Gemas
En Manto de gemas, conocemos a tres mujeres diferentes cuyas historias se entrelazan por diferentes circunstancias, todas involucradas ya sea por la desaparición de algún familiar o por la incursión de algún allegado dentro del crimen organizado.
Isabel (Nailea Norvind) es una mujer de buena posición económica que está atravesando por un divorcio, por lo que decide irse a vivir a una casa de campo propiedad de su familia. Es ahí donde conocemos a su ama de llaves, María (Antonia Olivares), quien pasa una complicada situación pues su hermana está desaparecida. La propia Isabel se ofrece a ayudar a María en este difícil momento.
El par de mujeres busca ayuda de las autoridades y así se nos presenta a Roberta, la comandante de la policía local quien es un tanto apática pero que tiene conciencia de la terrible situación que se vive en el lugar con la delincuencia y las autoridades . Pero ella, a su vez, está lidiando con un problema familiar aparte: su hijo Adán (Juan Daniel García Treviño) está cada vez más metido en el narcotráfico y el crimen organizado.
Manto de gemas, a través de una destacada narrativa no lineal, nos muestra un sinfín de aristas que despiertan la tensión alrededor de un mismo contexto. El dolor que nace las relaciones interpersonales, la incertidumbre provocada por el peligroso contexto delictivo, la negligencia de las instituciones y su burocracia, la sensación de que la violencia en ciertas partes del país es tan marcada que incluso la gente ya está acostumbrada (más no tranquila) respecto a ello… eso es solo un poco de los diversos temas que se nos presentan en pantalla.
Acá en Sopitas.com tuvimos la oportunidad de platicar con Natalia López Gallardo sobre esta película, su origen e inspiración, los detalles que ocultan algunas escenas y el recibimiento en el circuito de festivales internacionales.
Entrevista con Natalia López Gallardo
– Sabemos que es tu primer largometraje dirigido y en ese sentido, es una grata presentación para esta etapa en la que debutas en la silla de directora. A grandes rasgos, ¿cómo nació esta película? Y más allá de eso, ¿cómo definiste a estos tres personajes sobre los que se enfoca Manto de gemas?
Natalia López Gallardo: “Las películas se construyen por procesos. Habiendo sido editora tanto tiempo, las películas se van develando y se van mostrando para la persona que las hace; vas intuyendo el camino… Hay un impulso fuerte y para mí, ese impulso respondía a algo que encontré durante el desarrollo de la película. Comencé un proceso de investigación largo donde leí muchos libros sobre pensadores mexicanos y de análisis sobre estas tragedias sociales, económicas y antropológicas; vi muchos documentales sobre gente desaparecida y después, hablé con la gente. En este último periodo, me quedaba en las oficinas escuchando, observando… ese fue el momento en que nació la película y el impulso de hacerla. Me di cuenta que era sobre lo colectivo, lo que pasamos todos y sobre una herida que tenemos todos en diferentes dimensiones”.
– Hay un equilibrio entre lo social y lo personal en la película. Es decir, el crimen organizado es el hilo conductor que une las historias de estas tres mujeres, pero cada una de estas personas carga además con un pesar personal. ¿Siempre pensaste más en el peso dramático que en el social, al revés o siempre estuvo en mente que se equilibraran así?
NLG: “Lo más difícil fue crear el equilibrio entre la cantidad de personajes para que sea una película que transmita una voz coral, un problema que nos concernía a todos y que no haya un protagonismo como tal. El territorio mismo es un personaje más… Una de las ideas fundamentales de la película es que las personas se fundieran con el lugar… Finalmente, al enfrentarme a esta tragedia y a la complejidad que percibí, las diferentes capas de la realidad mexicana, sabía que no quería hacer una denuncia social, porque tampoco tenía propuesta de solución antes esto. Lo único que realmente quería era tocar una dimensión psicológica, más espiritual; cómo se siente el miedo de vivir en un lugar donde esto está pulsando todos los días de forma grave. Eso era lo importante para mí”.
– Manto de Gemas es muy rica en detalles sutiles. Hay escenas donde los personajes entablan diálogos pero la cámara no enfoca los rostros propiamente, sino que se nos muestran otras imágenes en el contexto de las escenas. Una familia llorando pero vemos un cuarto vacío, o una plática en un comedor con el enfoque en la mesa y la vajilla. La sustancia no está en la imagen, sino en las voces en el trasfondo. ¿Cómo llegan a esa recreación audiovisual?
Natalia López Gallardo: “Yo creo que la fuerza más potente del cine está en la forma. Creo que la forma es la que transmite la visión de cualquier ser humano. No podemos hablar del tiempo separado del espacio o de la imagen separada del sonido… Yo parto de la idea de que el cine no es una herramienta para contar historias, sino que el cine es un arte para ‘experienciar’ la visión de otro ser y compartirla. Confié mucho en las herramientas cinematográficas y en que la narrativa era un elemento dentro de las otras herramientas… Estoy creando una especie de método porque, como sea, soy primeriza [en la parte de la dirección] a pesar de que todo lo que sé, lo haya aprendido en la sala de montar o en la de otros directores. Con esta película, estaba creando un método basado en lo que yo creo que tiene que ser el cine realmente”.
– Hablando del festival Berlinale, seguro que ya muchos te habrán preguntado que se siente haber ganado ese reconocimiento… En diversas intervenciones, has dicho que en Europa Occidental les cuesta trabajo creer que México sea tan ‘surrealista’ o que de verdad se viva lo que conocemos. ¿Algún experto o crítico te hizo algún comentario sobre la situación aquí o sobre lo crudo que es todo esto en la vida real?
NLG: “Sí, efectivamente hubo ese tipo de preguntas. Preguntaban mucho si habíamos estado en peligro en algún momento durante el rodaje de la película. Yo respondía que es increíble cómo esto ha penetrado en todas las capas de nuestra realidad. Uno puede vivir y llevar a sus hijos a las escuela o salir al mercado, trabajar y no estar en contacto con eso. Es una tragedia que está prácticamente normalizada, sucede en muchos lugares… Obviamente, tenemos que estar a las vivas; un mexicano no sale a la calle sin estar alerta porque es nuestra desafortunada condición y eso es lo que hemos aprendido para vivir en este nivel de surrealismo, de contradicción, de complejidad, de inseguridad… [A los extranjeros] les gustaba entender las contradicciones… y también viene esta parte de cómo se ha glorificado a un criminal en los medios audiovisuales; hay una mezcla rarísima que ellos ven en estas muestras audiovisuales sobre el narcotráfico, sobre el crimen organizado.
“Entonces, con esta película que les mostraba una visión de baja pulsación o mucho más ‘terrorífica’, les costaba entenderla porque tiene muchas capas. Para ellos [público de Europa y otras partes del mundo], un sicario no podría ser un padre de familia y al mismo tiempo ayudar en una comunidad o ser buena onda. Ese tipo de complejidad o contradicción que en México es parte de nuestra realidad, era algo difícil de entender definitivamente”.
– La escena final ejemplifica eso, la aparente normalización de la violencia por parte de la gente en México, porque ya estamos acostumbrados a que se hable de la violencia. En la última escena, vemos a una persona que está corriendo desesperada en llamas quemándose con varia gente alrededor viéndolo y es impactante. Tal vez uno o dos corren, pero los demás se quedan observándolo. Es un cierre tenso, impactante y espectacular… ¿Qué significa esa escena para ti y tu equipo?
Natalia López Gallardo: “Durante la construcción de la película, cuestionándome a mí misma, me pregunte dónde estaba el límite entre ser una víctima o participar realmente. Siempre me sentí cuestionada por ese difuso borde entre sentirme una víctima con todo lo que está pasando a mi alrededor, o estar participando por no hacer nada. Creo que es un fenómeno en el mundo contemporáneo: las migraciones, las tragedias psicológicas, la misma guerra, son tan abrumadoras como para enfrentarlas con recursos propios. De alguna manera, nos adormilamos con la idea de que no se puede hacer nada porque se trata de cosas demasiado grandes. Nos preguntamos qué va a hacer uno contra eso, pero creo que es un error. Por eso, María [personaje de la película] los mira. Sí debemos cuestionarnos en qué lugar estamos parados o si vamos a seguir contemplando un mundo que se está quemando sin hacer nada, o si vamos a participar… Creo que la única manera de que esto se modifique, es que se haga algo colectivamente. Darnos cuentas que somos lo mismo, eso es lo que me da algo de esperanza”.