Lamentablemente para todos nosotros, el cine se volvió a vestir de luto. Cuando pensábamos que este 2020 no se podía poner peor, el 6 de julio a los 91 años de edad, se fue el legendario Ennio Morricone, uno de los más grandes compositores en la historia del séptimo arte que a lo largo de casi seis décadas de la industria, nos entregó algunas de las mejores canciones jamás creadas.

A Morricone lo recordamos por su trabajo en cintas como Cinema Paradiso, su trabajo con Quentin Tarantino en los dos volúmenes de Kill Bill, Bastardos sin gloria y The Haiteful Eight. En La misión, El fantasma de la ópera, Los Intocables y hasta la versión de 1997 de Lolita. Su testamento suma casi 500 trabajos en cine y televisión.

Ennio Morricone dirigiendo a una orquesta en el concierto que dio en el O2 Arena de Londres en 2016/ Foto: Getty

Sin embargo, este gran compositor fue pieza clave para el nacimiento de uno de los subgéneros, el spaguetti western. En aquellos años, la música para esta clase de películas, era considerada como mediocre, así que Ennio vino para darle la originalidad y frescura a las composiciones.

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Los inicios de Ennio Morricone

Ennio Morricone comenzó a trabajar oficialmente en el cine a mediados de los 50, cuando se dedicó a arreglar la música de otros compositores que ya estaban establecidos en el cine, aunque años antes hizo su primera composición para la pantalla grande con Ill Mattiano de 1946. Aprovechando los estudios que tenía en composición musical e instrumentación, se fue haciendo de un nombre dentro del séptimo arte italiano. 

Entre sus manos pasaron un montón de partituras, las cuáles arregló para que las películas de los cineastas de su país sonaran de manera espectacular al escucharlas con el enorme equipo que tenían en los cines. Pero no fue hasta hasta 1960 que entraría de lleno con composiciones originales.

Ennio Morricone dirigiendo a la orquesta durante la grabación del score de ‘El exorcista II’/Foto: Getty

Fue durante esta década cuando Ennio Morricone conoció a Ricardo Blasco y Mario Caiano, quienes le dieron la oportunidad de colaborar en su próxima película, Duello nel Texas (también conocida como Gunfight at Red Sands y Gringo).

En esa cinta de 1963, el compositor por fin pudo echar mano del ingenio que tenía para contar a través de la música la historia de Ricardo ‘Gringo’ Martinez, siendo este su primer western.

A Mario Caiano le encantó lo que Ennio había hecho con aquella película, y un año más tarde, lo invitó a trabajar junto a él en su siguiente proyecto, Bullets Don’t Argue. A partir de este momento, Morricone comenzó a ser reconocido como un compositor único, que prestaba atención al detalle, los sonidos de la vida cotidiana que metía y sobre todo, sabía llevar la esencia de cada una de las historias a las partituras que escribía.

Ennio Morricone presumiendo un disco de oro en 1972/ Foto: Getty

La colaboración con Sergio Leone y la época de oro del spaguetti western

El término spaguetti western nació como una forma de llamar a las cintas del viejo oeste que se producían en Europa, sobre todo en Italia. Sin embargo, con el paso de los años, el término se convirtió en algo despectivo, así que Ennio Morricone se encargó de limpiar la reputación que estas películas tenían a través de sus composiciones, y lo hizo de la mano del director Sergio Leone.

Resulta que Leone y Morricone eran viejos conocidos de la infancia, ya que ambos crecieron en el barrio de Trastevere en Roma, Italia, y fueron a la misma escuela. Previamente, Sergio Leone trabajó como asistente de dirección en distintas cintas, y gracias a que Mario Bonnard se enfermó durante el rodaje de Los últimos días de Pompeya, él tuvo la oportunidad de dirigir.

Sergio Leone en 1985/ Foto: Getty

Su primera película oficial fue El coloso de Rodas de 1960 y a partir de ahí comenzó a figurar dentro de la industria cinematográfica italiana. Sergio Leone supo que su amigo Ennio Morricone estaba trabajando componiendo música para el séptimo arte, así que decidió llamarlo para el próximo proyecto que tenía en puerta, una cinta llamada Por un puñado de dólares.

Con esta cinta, la cual está basada en Yojimbo de Akira Kurosawa, Morricone y Leone se volvieron famosos, gracias a que reinventaron por completo los westerns. Sergio innovó con el posicionamiento de la cámara, la violencia desmedida, la sencillez en los diálogos y los cruces de miradas en primeros planos. Por su parte, Ennio revolucionó con composiciones serenas pero a la vez épicas que contrastaban con la trama.

Por ahí también se coló un joven actor que fue elegido para interpretar el papel protagónico, – el hombre sin nombre–. Más tarde, esta verdadera revelación actoral sería en una de las figuras más importantes en la historia del cine, Clint Eastwood. Lo que nació como una película más, se convirtió en una trilogía que no tiene una relación entre sí pero que mostró que en Italia podían hacer grandiosos westerns.

La trilogía del dólar

Tras el éxito de Por un puñado de dólares, Sergio Leone, Ennio Morricone y Clint Eastwood volvieron a trabajar juntos en  La muerte tenía un precio de 1965. Con esta película los tres perfeccionaron su estilo, pero sería con la siguiente cinta que se convertiría en leyendas del género por lo relevante

En 1966, llegaba a los cines El bueno, el malo y el feo, la película que cambiaría por completo el juego. En ella, Leone nos contaba la historia de dos pistoleros (el bueno y el feo) y un asesino, corrupto e inescrupuloso sargento del Ejército de La Unión de Estados Unidos (el malo) que luchan por encontrar un tesoro de monedas de oro escondido durante la Guerra de Secesión estadounidense. 

Además de lo impactante que era verla, pues la actuación de Clint Eastwood pasó a la historia, la música que Ennio Morricone compuso fue una de las principales responsables de que la cinta tuviera éxito. Para ello, Morricone utilizó disparos, silbidos y hasta el yodel en varias de las canciones.

El tema principal, que se asemeja a los aullidos de un coyote (el cual se mezcla con un aullido real en la primera toma de la cinta), es una melodía de dos notas usada como motivo musical para reconocer a los tres personajes principales. La melodía es interpretada con diferentes instrumentos a lo largo de la película para diferenciar a los protagonistas: una flauta para “el bueno”, una ocarina para “el malo” y voces humanas para “el feo”. 

Érase una vez…

Después de trabajar juntos durante tres años seguidos, Ennio Morricone y Sergio Leone se tomaron un descanso. Ambos siguieron en algunos proyectos que tenían, algunos más exitosos que otros, pero al final sabían que en algunos años debían reencontrarse para seguir sorprendiéndonos a todos.

Con el estreno de El bueno, el malo y el feo, Leone quería dejar los westerns y empezar a explorar otra clase de géneros, así que comenzó a producir la que sería la película más personal y deseada en toda su carrera, Érase una vez en América. Sin embargo, y antes de que esto ocurriera, Sergio llegó a un acuerdo con Paramount en 1968 para dirigir una cinta con la que podría financiar su proyecto.

Clint Eastwood en el rodaje de ‘El bueno, el malo y el feo’/ Foto: Getty

El resultado fue Érase una vez en el Oeste, una película donde Sergio Leone reclutó a dos de los realizadores más importantes del cine italiano para escribir esta historia: Dario Argento y Mario Bertolucci. Como sabía que sería una cinta importante, llamó a Ennio Morricone para que se hiciera cargo de la música, la cual tendría toques más melancólicos y no se centraría tanto en la acción como en la trilogía del dólar.

Si bien, este también era un western, se alejaba un poco de lo que tanto Leone como Morricone habían hecho. La trama estaba mejor pensada, con la búsqueda de un hombre callado llamado “Armónica” por un pistolero llamado Frank, es por eso que los diálogos era más largos y la música nace de otro lado completamente distinto, enfocándose en el camino de nuestro protagonista para cumplir su objetivo.

¿Un western en México?

En 1971, llega otro western trabajado por Sergio Leone con el mismo equipo que lo había ayudado en su película pasada. Conocida como Once Upon a Time… The Revolution, esta película está ambientada en el México revolucionario y nos cuenta la historia de Juan Miranda y John Mallory, quienes liberan a los revolucionarios que estaban presos y se convierten en héroes de la guerra sin realmente quererlo.

Como siempre, Ennio Morricone se lució con sus partituras. De hecho, Elvis Mitchell, antiguo crítico de cine de The New York Times, la consideró como una de las “partituras más gloriosas e inolvidables” de Morricone.

Con el éxito en taquilla de ambas películas, Sergio Leone por fin pudo hacer realidad su sueño. Después de casi una década en desarrollo y sin saberlo, tanto él y Morricone trabajarían en su último proyecto. Con una expectativa enorme y poniéndole casi todo el corazón a esta cinta, en 1984 llegaba a los cines Once Upon a Time in America.

La trama situada en diferentes décadas, sigue la historia de David “Noodles” Aaronson –Robert De Niro–, quien tiene que huir de Nueva York tras un problema con la mafia. A lo largo de la película, nos muestran la amistad, lealtad y traiciones de un grupo de gángsters judíos. 

Robert de Niro como Noodles en ‘Once Upon A Time in America/ Foto: Getty

Uno de los puntos fuertes de la película fue la banda sonora de Morricone, catalogada por muchos como el mejor score de la historia. Morricone pudo terminar la banda sonora de la película antes de que se terminara la filmación.

Es una variada y fascinante partitura, en la que el compositor hizo una evocación nostálgica de los tiempos pasados por los personajes, mezclándola con otras melodías que ubicaban al espectador en los tiempos de la película La banda sonora desgraciadamente se descalificó para ser nominada para los Óscar por un pequeño detalle, la Academia no vio el nombre del compositor incluido en los créditos finales. 

Con una de las películas más emotivas en su carrera, el cineasta murió el 30 de abril de 1989 a los 60 años. Ennio Morricone continuó tras el fallecimiento de su amigo, ganándose el respeto y admiración de miles de fanáticos del cine.

Ahora, ambos ya se encuentran juntos, seguramente, planeando las historias que les faltó contarnos a todos. 

Acá les dejamos la pieza que armamos en honor al trabajo de Ennio Morricone para #SopitasXAireLibre:

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Me llamo Jesús pero todos me dicen Chucho. Me encanta la música y sé tocar algunos instrumentos, aunque creo que soy mejor escribiendo sobre las bandas que me gustan. Soy fan de los conciertos y festivales,...

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