Japón no es conocido precisamente por sus buenas condiciones de trabajo, pero cuando se trata de las empleadas femeninas, el país sigue viviendo en la época de Confucio. Desde hace un par de semanas, cientos de mujeres niponas se han apoderado de Twitter, haciendo una serie de protestas digitales, para exigir que se les permita usar lentes y zapatos bajos, mientras están trabajando.

Y es que, desde hace varias décadas, las compañías más conservadoras, prohíben estrictamente a las empleadas, principalmente a las que tienen contacto directo con el público, utilizar anteojos  bajo el razonamiento de que las gafas correctivas modernas (“modernas” en este caso, cualquier cosa introducida en Japón después del contacto con las naciones europeas) choca con la estética tradicional de las vestimentas japonesas. Es decir, no importa que queden discapacitadas por unas horas, es preferible a que arruinen la “imagen impecable” que ofrecen empresas.

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Básicamente, las empleadas que deben de seguir al pie de la orden esta restricción, son las sobrecargo, pues ante una emergencia, se cree que las asistentes de vuelo andarán a gatas por el piso del avión en busca de sus anteojos mientras los pasajeros intentan evacuar. Algo exagerado, pero bueno, la seguridad ante todo.

Pero lo que raya en lo ridículo es la prohibición para las maquillistas pues argumentan que usar lentes hará que sea más difícil para los posibles clientes ver los efectos embellecedores de los cosméticos de la compañía, o peor aún, aquellas quienes tienen trato directo con los clientes, pues según dicen, “dan una impresión fría a los visitantes”.

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Por lo anterior, es comprensible que miles de mujeres niponas se hayan unido para crear el movimiento #GlassesAreForbidden “Las gafas están prohibidas”, donde algunas usuarias intentan persuadir al gobierno argumentando desde lo bien que combinan los lentes con los kimonos, hasta la violación a los derechos humanos y laborales.

El movimiento para usar lentes en el trabajo, ha cobrado tal fuerza que incluso Human Rights ha tomado partido al respecto. Kanae Doi, directora de la ONG en Japón, dijo a Reuters que “si las reglas prohíben que solo las mujeres usen anteojos, esto es una discriminación contra las mujeres”.

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Como bien dicThe Guardian, durante los primeros meses del 2019, se realizó un movimiento similar pero para que las compañías japonesas dejaran de obligar al personal femenino a utilizar tacones muy altos… imagínense, sin lentes y con sancos, para qué les cuento.

En aquel entonces, más de 21 mil personas se unieron para firmar una petición en línea y acabar con la restricción, aunque lo único que lo único que lograron fue mayor represión. En respuesta, el ministro japonés intervino para dejar en claro que “las expectativas del código de vestimenta, eran necesarias y apropiadas” en el lugar de trabajo.

Pero ahora que cada vez más mujeres se sienten inconformes con las condiciones laborales y que los ojos del mundo están bajo el régimen japonés, es probable que ahora sí se tome en serio la exigencia para usar lentes en horas de trabajo.

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