Tras su gran recibimiento con Maquinaria panamericana, Joaquín del Paso regresa a la silla de director (y como principal fuerza creativa) con El hoyo en la cerca, que llega a salas de cine nacionales este jueves 9 de junio después su acertado paso en festivales internacionales durante el último año.
Y debemos decirlo: para su segundo largometraje, el mexicano se destapó con una ficción cruda, intensa, frenética de esas que incomodan -en el buen sentido de la palabra- y que te ponen a pensar de tanto en tanto cómo el ser humano puede llegar a ser tan manipulador sin importar nada.
Por acá, nos echamos una platicada con el cineasta para conocer un poco más sobre la inspiración, los simbolismos y todo el detalle sobre esta mirada a la educación, basada en la religión y la manipulación ideológica, que hay detrás de las clases privilegiadas.
El miedo y la manipulación como punto central de la historia
Les platicamos un poco de qué va El hoyo en la cerca: todo sucede en un campamento escolar de corte religioso al que asisten algunos ‘puberto-adolescentes’ varones quienes evidentemente vienen de familias acomodadas, poderosas, de la élite y el abolengo más marcado.
Predomina la clase alta, blanca y privilegiada, con excepción de algún ‘becado’ de origen más modesto sobre el que recaen las burlas por su color de piel. Y no es el único, ya que los chicos se ensañan con otros más que por ahí, parecen no encajar en el modelo tradicional de varón que imponen los maestros y sacerdotes.
Precisamente, la cinta muestra cómo estos educadores, aferrados a la religión y las texturas más extremas del conservadurismo, moldean (o mejor dicho, manipulan) la ideología de estos niños con el pretexto de convertirlos en líderes para el futuro. Y no se tientan en ser tan crueles, duros y humillantes como sea posible.
“La idea de hacer una película sobre un campamento donde los maestros asustaban a los niños fue el origen de la película”, nos dice Joaquín del Paso en entrevista para Sopitas.com. El hoyo en la cerca juega con las metáforas, el miedo y la manipulación ejercida por sus personajes como algunos de sus recursos principales en el desarrollo de esta trama, que tiene una carga de crítica social, ficción, thriller psicológico en sí misma.
“Tuvo ese título desde el primer borrador porque para mí era la imagen evidente de esta metáfora que iba a existir“, platica Joaquín y nos detalla a rasgos generales cómo esa idea esencial pronto se convirtió en algo más grande:
“La película se basaba en esa ficción que los maestros creaban en la mente de los niños sobre el mundo exterior. Desde ese punto, yo sabía que la película iba a hablar sobre temas mucho más grandes pero reducidos a un universo muy pequeño que era este campamento y este pueblo a las afueras del mismo; iba a hablar de ese miedo que se construye adentro, de la construcción de una ideología a través del privilegio, de la percepción del mundo exterior en esta etapa de la vida tan frágil”.
Joaquín del Paso sobre ‘El hoyo en la cerca’.
Con todo y lo que supone en el terreno de la ficción, El hoyo en la cerca también parte de algunos elementos autobiográficos de su director… pero no se queda en ello únicamente. “Hay millones de elementos autobiográficos, creo que lo que sí está bien transmitido es un sentimiento que yo tuve a esa edad”, dice Del Paso.
Y aunque hay una temática, como dijimos, que nos lleva a una crítica social, el cineasta también considera que es un vistazo sobre la siempre confusa vida adolescente.
“El sentimiento que va construyendo la película es el de la frustración y de sensaciones muy revueltas que pueden tener los adolescentes cuando están recibiendo mucha información muy contraria y muchas cosas que no están entendiendo. Es una película autobiográfica muy a nivel sensoria”.
Joaquín del Paso sobre ‘El hoyo en la cerca’
Los simbolismos en ‘El hoyo en la cerca’
El hoyo en la cerca no solo es el título y un recurso gráfico dentro de la película. También es un elemento lleno de simbolismos diferentes, notablemente pensados a detalle. Joaquín del Paso nos explica, a grandes rasgos, que todo se canaliza en las divisiones mentales y el concepto del miedo al exterior.
“La misma cerca era para mí como esa división mental. No es una división únicamente sólida o física; es una construcción mental. El hoyo simbolizaba ese portal que se abre cuando los dos mundos se unen y realmente cuando pensamos que el mundo viene del exterior, pero solo evidencia que del exterior no viene nada y todo viene del interior… Esa era la metáfora más grande”.
Joaquín del Paso sobre los simbolismos en ‘El hoyo en la cerca’
Sin el ánimo de spoilear, otro de los simbolismos importantes dentro de El hoyo en la cerca tiene que ver con el personaje de Diego Peña, un chico que es uno de los varios protagonistas de la película. “Había otras metáforas que están un poco más ocultas en la película como el significado del niño de los huesos rotos“, recuerda Joaquín.
Si bien no es el personaje principal de la cinta, porque de hecho la película no se enfoca en uno solo, solo les diremos que deben tener el ojo bien puesto en él. “Ese personaje juega muy bien con el hoyo en la cerca porque lo cruza y también simboliza muchas cosas. Y así, hay muchos detalles como el nombre del campamento, los logos, los cánticos, los textos; muchas cosas tienen más carnita”, detalla Del Paso.
El cineasta tiene su propia interpretación de las cosas que pone en pantalla. No nos las revela ni se enfoca en hacerlo; prefiere que la gente complete el hilo cuando vea la cinta. Ya les tocará verla y experimentarlo.
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¿Un guión sin un protagonista principal?
“Siempre quise hacer una película colectiva/coral”, nos cuenta Joaquín del Paso. Y ese es uno de los puntos más destacables de El hoyo en la cerca: no se enfoca en un solo protagonista o antagonista. Por el contrario, pone diferentes historias de alumnos en el plato, junto con dos o tres maestros ‘pasaditos de lanza’ también como los villanos (por llamarles de alguna manera).
“Desde el inicio, Lucy Pawlak (coguionista) y yo comenzamos a plantear muchos personajes dentro de este universo y muchas historias que ocurrían paralelamente”, agrega el director mexicano.
Y reiteramos: la manipulación es uno de los temas centrales de la cinta… pero no lo es por mera coincidencia. “La manipulación tiene que ver con lo colectivo. Es muy diferente que alguien te manipule a ti solamente, a una autoridad manipulando a un grupo grande… y de ahí, viene la analogía hasta nuestro propio gobierno, nuestras instituciones o los grupos grandes ideológicos que pueden manipular a otros grupos mucho más numerosos”, detalla Joaquín.
Claro que es difícil hacer una cinta donde hay muchos personajes principales y todo es un esfuerzo colectivo. En ese sentido, Joaquín resalta que lo más difícil fue hacer ese mapa mental de en qué momento cada historia se uniría para darle forma a determinado arco argumental. Y además, equilibrar eso con el tiempo en pantalla.
“El reto de hacer una película coral, que también lo vivimos en ‘Maquinaria panamericana’, era que los personajes tienen muy poco tiempo en pantalla. Las escenas se transforman y son más sintéticas; todos tienen que tener una función muy rápida porque la película realmente solo funciona si todas las piezas, digamos, se mueven como un reloj”.
Joaquín del Paso.
La influencia del terror y la crudeza
Como les decíamos al inicio, El hoyo en la cerca es una película cruda que no teme en incomodar al espectador. Es otro punto destacable de su producción, que logra elevar la tensión con escenas fuertes, algunas perturbadoras, pero jamás llegando al punto del morbo o lo excesivamente gráfico. Muy bien equilibrada en ese sentido.
“Las escenas que son directas, que sobre todo son las de violencia física entre los chicos, esas las manejamos muy sencillas y claras porque es algo que se vive día a día, es algo a lo que podrían estar acostumbrados y era fácil meterlos a ese mundo sin tener que enseñarles algo nuevo”, platica Joaquín del Paso.
Si bien algunas escenas son particularmente ‘incómodas’, es claro que hubo otras en las que Joaquín decidió jugar con el misterio para no llevarlas a un terreno tan concreto. De nuevo, una parte de esto es que el espectador juegue con lo que ve y construya o ensamble lo que mejor crea. Y en todo caso, que persiga las sensaciones que considere ideales.
“Las escenas de las cosas más perturbadoras como lo que le ocurre a Diego Peña cuando juega con los conejos o el mismo plano final de la película, se me hacían partes donde la violencia cruza una frontera hasta un punto totalmente destructivo. Y justo esa violencia que cruza esa línea decidí no mostrarla del todo y dejar que el espectador la construyera en su mente. Me han sorprendido las interpretaciones de la gente sobre lo que creen que ocurre en esas escenas y pues básicamente, hay quien piensa muy positivo respecto a esas secuencias y otros que piensan evidentemente lo peor”.
Por acá, ya tuvimos chance de ver la película y las sensaciones finales son -si les pasó a este redactor- un poco de shock e incertidumbre. “Al principio cuando hicimos la película, ese sentimiento que se queda con la audiencia yo no lo había medido”, nos dice Joaquín, quien al final dice que eso en algún momento le dejó alguna sensación de culpa. Pero bueno, con el tiempo, admite él mismo, sabe que hizo lo correcto.