La edición de 2021 del Festival Internacional de Cine de Morelia o FICM, trajo películas mexicanas en su Selección que si bien tocaba la violencia que vive el país, destacó por mostrar otra variedad de temas que mostraban las distintas facetas de la misma con una perspectiva interesante (y muchas veces dolorosa)
Dicho esto, y considerando que toda la Selección es sensacional de distintas formas, queremos destacar dos películas mexicanas que habría de mantener en el radar por la relevancia de sus historias y la forma innovadora en la que fueron contadas: El hoyo en la cerca de Joaquín del Paso y Estación Catorce de Diana Cardozo.
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El hoyo en la cerca
El hoyo en la cerca de Joaquín del Paso, de primera vista, revela las consecuencias fatales de promover la discriminación desde la educación entre jóvenes. Pero conforme va avanzando, su trama se hace más compleja, revelando un sinfín de temas que se mezclan entre la religión, abuso sexual, racismo y como todo confluye con la cultura machista.
Esta cinta tiene como protagonistas a un grupo de adolescentes (todos hombres) que van a un campamento de verano como parte de las actividades de su escuela, una prestigiosa institución religiosa donde van los hijos de los hombres más poderosos en el país.
Los adolescentes van liderados por un grupo de tutores, algunos nacionales y otros extranjeros, que buscan convertirlos en los siguientes líderes, siempre bajo los principios religiosos que han marcado pauta para las élites en México. ¿Y eso qué diablos quiere decir? Que deben convertirse en hombres sin escrúpulos y machos para poder tomar decisiones que cubran los intereses personales de las mismas élites.
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La educación de las élites
El hoyo en la cerca arranca con la llegada de los jóvenes a este campamento ubicado en algún estado del centro del país. Cerca hay un pueblo que ha sido azotado por la violencia, la cual dicen sus profesores, es provocada por ellos mismos. Los niños sientes temor, pero más allá del miedo, sienten asco por los lugareños (algunos de ellos trabajadores del campamento).
Entre los adolescentes hay un niño indígena que está becado (ya saben, las apariencias de supuesta humanidad donde le dan una “oportunidad” controlada a un “salvaje”, porque así le llaman). El niño sufre de bullying mientras sus compañeros, todos blancos y con tono fresa, tienen miedo de que la gente del pueblo entren al campamento para robarlos o matarlos.
Esta paranoia aumenta cuando durante un recorrido en el bosque, descubren un hoyo en la cerca que delimita al campamento. ¿Lo hizo un animal? No, un animal no haría eso. ¿Lo hizo un ser humano? Sí, pero uno que no se ve como ellos y que probablemente busque hacerles daño.
La idea de que un externo pudiera estar dentro, aumenta las tensiones dentro del grupo que no sólo se reflejan hacia el niño indígena, sino entre los mimos niños ricos que comienzan a despreciarse bajo factores como la masculinidad. Los tutores disfrutan verlos dividirse y promueven la violencia que se va generando entre ellos de una manera perturbadora, por decir menos.
Hay algo de ‘Midsommar’ en ‘El hoyo en la cerca’
Joaquín del Paso con El hoyo en la cerca hace un análisis aterrador, con toques en su narrativa de Midsommar, de la diferencia de clases, pero sobre todo de cómo entre las esferas más altas, se asume un poder más grande que sólo surge cuando no hay escrúpulos.
La fotografía de Alfonso Herrera Salcedo es sensacional en un escenario natural y bondadoso que nos engaña con los supuestos peligros del entorno, sólo para descubrir que lo único que les puede hacer daño son ellos mismos. De hecho, Herrera llevó el Bisato Award a Mejor Fotografía en el Festival de Cine de Venecia 2021.
Y el sonido también es sensacional, cuya edición corrió a cargo de los nominados Jaime Baksht y Michelle Couttolenc junto a Guido Berenblum. Ayuda a crear una atmósfera llena de tensión que potencia lo perturbador del momento: adultos quebrando niños para que en un futuro puedan dirigir un país.
Estación Catorce
Diana Cardozo es una de las directoras mexicanas (nacida en Uruguay) más destacadas que este 2021 nos entrega uno de los filmes más impresionantes para nuestra filmografía:Estación Catorce. Aquí conocemos a Luis, un niño de 7 años que vive junto a sus padres, su abuela, bisabuela y un par de perritos. El más cachorrito es suyo.
La cinta inicia en la escuela de Luis donde están describiendo a un perro. Mencionan las partes de su cuerpo, y un niño grita que los perros tienen cuatro patas. Pero un compañero del protagonista, le dice que no, que un perro del pueblo tiene tres patas porque su dueño, durante una borrachera, le cortó una patita con un machete.
La violencia desde la mirada de un niño
Ese es el inicio de Estación Catorce, la cual deja a las y los espectadores pensando si el comentario viene de la inocencia, para descubrir que en realidad viene de un lugar más oscuro: lo innegable de la realidad, y más si se vive en un entorno cargado de violencia.
Luego, Luis y sus amigos deben correr a sus casas porque sonó la alarma de un posible enfrentamiento entre sicarios en el pueblo. Se esconden en sus casas esperando no les toque una bala perdida o entren para protegerse en sus hogares. Después del enfrentamiento, Luis acompaña a su papá a las casas saqueadas para recuperar objetos que puedan ser de valor. Esa es la realidad de las y los niños en muchas partes de México.
Estación Catorce es una obra que no nos presenta situaciones de violencia explícitas, sino que permite que la audiencia asuma el entorno en el que Luis se desarrolla. Pero además, es una mirada mucho más cercana a cómo un niño percibe la violencia que no sólo surge de los grupos criminales, sino de su propio hogar sin necesidad, siquiera, de hablar de violencia doméstica, sino masculinidad.
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