El cuadro de ‘La Gioconda‘ o ‘La Mona Lisa‘ es sin duda una de las pinturas más famosas de la historia, Pintado por el genio Leonardo da Vinci, entre las primeras dos décadas del año 1500, llegó al Museo del Louvre en el siglo XVII, donde millones de personas han sido cautivadas por su enigmática mirada, pero hubo un día en que la Mona Lisa desapareció de Louvre y nadie se dio cuenta. Una historia donde Franz Kafka y Pablo Picasso están involucrados, puede parecer una leyenda o la mejor película de suspenso, según el Louvre y algunos historiadores, el siguiente relato es fidedigno.
Los sucesos se dieron durante la primer década de 1900, cuando la Gioconda era tan sólo un cuadro más de la colección del museo y no tenía ni siquiera un tercio de la importancia que tiene ahora. Todo comenzó en 1909, cuando Viena envió una carta al museo advirtiendo que la Mona Lisa y otras pinturas, corrían el riesgo de robo, por lo que los funcionarios del museo contrataron a la empresa de cristalería Cobier para colocar una docena de sus pinturas más preciadas bajo vidrio. Uno de los trabajadores, era un hombre italiano llamado Vincenzo Perugia.
Los trabajos de restauración tardaron alrededor de tres meses, de tal manera que Vincenzo se instaló en la capital francesa a donde muy pronto lo alcanzarían sus hermanos italianos Lancelotti y Michele.
El 2o de agosto de 1911, cuando entonces el museo era el edificio más grande del mundo y tenía un escaso cuerpo de seguridad de 150 guardias que protegían un cuarto de millón de objetos, los hermanos se dirigieron a la visita obligada en París era un domingo por la tarde, el Louvre, sin embargo no salieron hasta la mañana del lunes 21 de agosto.
Tenían un plan, esconderse en el museo hasta que cerraran y por la noche apoderarse de todo el botín que pudiera esconderse bajo sus ropas. Vincenzo que conocía el lugar de pe a pa, eligió una pequeña pintura de la pared. Rápidamente, la arrancó del vidrio que él mismo había puesto y escondió el marco entre ropa. Salieron de la galería, bajaron por una escalera de atrás, cruzaron una entrada lateral y salieron precipitados del lugar.
En el momento del robo de la “Mona Lisa”, la obra maestra de Leonardo da Vinci estaba lejos del artículo más visitado en el museo. Leonardo pintó el retrato alrededor de 1507, y no fue hasta la década de 1860 que los críticos de arte afirmaron que la Mona Lisa era uno de los mejores ejemplos de la pintura renacentista.
De tal modo que tuvieron que pasar más de 26 horas para que el Museo de Louvre emitiera un comunicado, anunciando la desaparición del cuadro. Los periódicos de todo el mundo tenían la noticia en sus titulares, las calles de París se inundaron de pancartas con la imagen de la Mona Lisa, en poco tiempo, inevitablemente el Salón Carré, donde se encontraba exhibida la pintura, se llenó de espectadores curiosos para mirar la pared vacía con sus cuatro ganchos de hierro. Franz Kafka y su compañero de viaje Max Brod, se encontraban entre los mirones, se maravillaron ante la “marca de la vergüenza” en el Louvre para después asistir a un espectáculo de vodevil que satirizaba el robo.
Robar la Mona Lisa tenía sentido. La mayoría de las pinturas robadas que no eran reclamadas por un rescate inmediato, su próximo destino era ser utilizadas como trueque de drogas, armas y otros bienes robados. Perugia tenía suficientes conexiones criminales con quienes esperaba intercambiar la pintura o venderla.
La cultura popular aprovechó el robo y lo convirtió el arte elevado entre las masas, al cuadro de Da Vinci le habían dedicado en poco tiempo cortometrajes y canciones de cabaret. Perugia se dio cuenta de que no había pellizcado una pintura de un palacio real en descomposición. Desafortunadamente había robado lo que se había convertido, en unos pocos días, en la pintura más famosa del mundo.
Perugia escondió la Giocoda dentro de su habitación en una casa de huéspedes, ocultó la pintura en el falso fondo de un baúl de madera. Cuando la policía parisina lo interrogó en noviembre de 1911, como parte de sus entrevistas con todos los empleados del Louvre, dijo alegremente que solo se había enterado del robo de los periódicos, que había llegado tarde al trabajo ese lunes de agosto, su jefe en el museo, ayudó a la coartada sin saberlo, le dijo a la policía que Vincenzo había bebido demasiado la noche en que la Mona Lisa desapareció de Louvre y que se había quedado dormido.
Como suele jugar el destino, Pablo Picasso y el crítico Guillaume Apollinaire, fueron arrestados por ser amigos de un ladrón que admitió haber robado pequeñas esculturas del museo con anterioridad, pero debido a la fama, fueron liberados de inmediato.
En diciembre de 1913, después de 28 meses, Perugia salió de su pensión parisina con su baúl y tomó un tren a Florencia, donde trató de vender la pintura a un especialista en arte que de inmediato reconoció la pintura y lo delató ante la policía. Perugia fue arrestado declarándose culpable y solo cumplió ocho meses de prisión.
Desde que la Mona Lisa desapareció de Louvre, hubo muchas teorías que señalaban que se trataba de una conspiración, otros apuntaban a que el museo había inventado un robo estrafalario. Aunque hasta la fecha no hay evidencia de cualquiera de estas versiones, más de tres reconocidos historiadores han confirmado que el robo fue verídico.