San Miguel de Allende ha sido la sede de la primera ronda del Festival Internacional de Cine de Guanajuato en su edición número 22, la cual corresponde a este 2019. Los largometrajes de ficción y documental, han sido los más destacados con la proyección de cintas como Kabul: City in the Wind, To Live To Sing (la película que abrió el festival), Nothing Fancy: Diana Kennedy, y producciones mexicanas como Paper Boats.
Sin embargo, de entre toda la variedad, sobresale una cinta de ficción de Costa Rica titulada El despertar de las hormigas bajo la dirección de Antonella Sudasassi. Esta película ya había formado parte de la agenda de la Berlinale, y ahora llega a México a través del GIFF en la Selección Oficial.
El despertar de las hormigas nos presenta a Isabel (Isa), madre de dos hijas y esposa de un hombre culturalmente machista. Isa y su familia viven en una comunidad rural de Costa Rica donde ella se desempeña como ama de casa, pero recibe dinero extra de hacer trabajos de costura para sus vecinas y la familia de su esposo. Los problemas económicos inundan la situación; sin embargo, eso no es impedimento para que ronde la idea de tener un tercer hijo.
La premisa de la historia es que Isabel no quiere volver a ser madre (ni ahora ni nunca), pero la presión de su esposo y algunos familiares de este como su hermana, impiden que ella pueda hablar del tema y expresarse. Su silencio es el clímax de una película cuya narrativa se basa en lo cotidiano, en lo que sucede todos los días. Isabel se despierta, intenta peinar a sus hijas, hace el desayuno y cuando está sola, realiza las actividades de casa para finalmente ponerse a coser.
Su vida transcurre en una rutina asfixiante a partir de que entendemos que su personaje no tiene permitido hablar por cuestiones culturales, no personales. Isa hace lo que le dicen y recibe los reclamos en silencio, tiene sexo con su esposo porque no puede negarse ante la insistencia. Pero del otro lado, Isa sueña con tener un local de costura y no volver a ser madre.
Daniella Valenciano, reconocida actriz de teatro en Costa Rica, interpreta a una Isabel que navega entre la realidad y las metáforas que la directora utilizó para potenciar un estado de ánimo que define a muchas mujeres en la actualidad (sobre todo en zonas rurales en Latinoamérica). Isabel comienza a “alucinar” hormigas, moscas y que se le cae el cabello. Y cada una de estas se se interpreta como el trabajo de una rutina y la ansiedad de guardar silencios.
El despertar de las hormigas, como mencionamos, se narra a través de una rutina en la que no necesariamente debe existir un punto alto marcado por el drama y/o la tragedia. ¿La razón? Así no es la vida, el día a día es una rutina que pasa desapercibida. Sin embargo, lo extraordinario de este filme se centra en que la ruptura del silencio, se define como una ruptura del sistema y la cultura. El esposo de Isa (interpretado por Leynar Gómez, actor de Narcos) no es violento, pero se formó en un hogar en el que las mujeres sirven y tienen la mayor cantidad de hijos que se posible.
La mayor parte de El despertar de las hormigas transcurre en la pequeña casa de Isa y su familia, y en toda la película (nos atrevemos a decir) el personaje principal aparece a cuadro para que el espectador comprenda la carga emocional y la comparta con ella. Esta técnica ha sido utilizada en otras películas que, curiosamente, comparten similitudes como la mujer al centro de la historia y una directora con la batuta.
La camarista de Lila Avilés tiene como personaje central a una mujer de pocas palabras que también sueña con tener y ser algo más. Toda la dinámica ocurre dentro de un hotel que, precisamente, define lo asfixiante de una situación y la desesperación de quien protagoniza la historia. El despertar de las hormigas juega con lo mismo: una mujer que sueña en silencio y no puede no estar ahí para su familia, y esta vez, para el espectador.
En una ronda de preguntas y respuestas durante la proyección de la cinta, Antonella Sudasassi confirmó que El despertar de las hormigas forma parte de una trilogía centrada en historias fuertes de mujeres en el que se entendiera la presencia de los micromachismos y la ruptura protagonizada por una mujer fuerte con la que no sólo se pueden identificar las mujeres ticas, sino cualquiera.
En México, así como en varios países de América Latina, algunos realizadores tienen problemas para estrenar y distribuir sus producciones, las cuales no atienden preceptos comerciales. Este es el caso de El despertar de las hormigas, una producción de Costa Rica (no solemos ver muchas películas de origen en este país) que llega a México gracias a la apertura de los festivales y el compromiso del GIFF de generar conversaciones alrededor del séptimo arte y su compromiso con lo social.