Pedro Almodóvar es el director español más famoso, pero también es uno de los cineastas más aclamados y conocidos a nivel internacional, y eso que nunca ha filmado una película en inglés (el idioma que abre puertas). Más de 30 años de carrera fílmica respaldan a Almodóvar con historias sumamente peculiares que se definen por el personaje central, generalmente femenino, y algunas características como la violencia, los comportamientos obsesivos y angustiantes, y la representación de la sexualidad. 

El cine de Pedro Almodóvar es raro, deprimente, sumamente sexual. Y la realidad es que con  más de 20 películas, el director ha redefinido cada una de estas características, creando un estilo que se ve repetido en otras tantas películas que no necesariamente son del director. 

La historia de Almodóvar comenzó, como la conocemos, en 1980 con Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón sobre una mujer que, a través de otras, descubre sus placeres, todos centrados en el dolor. Un concurso de erecciones, una violación, hasta una escena de golden shower que se justifica completamente en una atmósfera común, pero poco probable. Es una película exagerada que sentó las bases del melodrama clásico de Almodóvar con Laberinto de pasiones, película de Antonio Banderas con el director, ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, Matador, La ley del deseo y muchas más. 

En cada una de ellas, hasta llegar a Julieta de 2016, se distingue el sello de Almodóvar. Sin embargo, el director ha de romper con su línea este 2019 con el estreno de Dolor y gloria, un drama de corte biográfico que se estrenó en el Festival de Cannes 2019 en competencia para la Palma de Oro. El español se fue con las manos vacías, pero su protagonista, Banderas, se llevó el premio por su actuación. 

‘Dolor y gloria’.

Dolor y gloria nos presenta a Salvador Mallo, un director de cine en sus 60 años, probablemente, que se encuentra en una crisis personal, pero no por falta de creatividad, ni siquiera por ganas, sino por la búsqueda de un motivo para representar sus historias. Mello es un hombre solitario y enfermo. Migrañas, dolores de espalda, gastritis, estrés, ansiedad, depresión y más, controlan su vida diaria y lo han llevado al punto de no querer filmar una película más. Sin embargo, el dolor responsable de Mallo no se debe a una enfermedad física, sino del alma: el recuerdo de su madre, su primer deseo, su gran amor y el cine. 

La película comienza a desarrollar su historias cuando Mallo es invitado a presentar la película Sabor a 30 años de su estreno. Para eso, contacta a Alberto Crespo, el protagonista de ese filme y con el que no ha hablado desde el estreno de la cinta en los 80. En su reencuentro, Mallo descubre las “bondades” analgésicas de la heroína fumada, y se convierte en un adicto que quiere escapar de sus historias que, curiosamente, son suyas: no imaginadas, sino vividas. 

Almodóvar no presenta a un Mallo cansado, y del otro lado, a un Mallo de niño que percibe en su madre (interpretada por Penélope Cruz) también a una mujer cansada. Dolor y gloria se entiende como una película sobre Almodóvar, pero vamos a lo mismo: no es una historia creada, sino una cinta sobre su vida que se aleja completamente de las angustias que sí provienen de su imaginación. 

Todo sobre mi madre de 1999, es quizá la película más famosa del español, y la que mejor ha podido definir sus intenciones narrativas. Mujeres en medio de distintas tragedias, marcadas por la pérdida. La angustia y soledad del personaje de Manuela tras la pérdida de su hijo, son definitivas para comprender el universo melodramático de Almodóvar. Mallo, 20 años después, también se angustia y vive solo, pero la carga emocional no es la misma, ni siquiera un poco. 

Dolor y gloria es una película de Almodóvar sobre Almodóvar, pero no parece suya. La diferencia entre esta entrega y todas las demás, es que la vida de Almodóvar, de buena manera, no es tan trágica como la de sus personajes. Y está bien. Cuenta con todos los elementos que definen su filmografía: la mujer como punto de partida de la historia (en este caso su  madre), la sexualidad de los personajes, la fotografía acentuada por los tonos más saturados, y la música, nostálgica y cargada de dramatismo que nos hacen pensar en una historia completamente distinta. 

La tragedia no construye la historia de Dolor y gloria, sino la intimidad de las confesiones sobre recuerdos, deseos, adicciones, dolores y huidas. Después de ceder ante la insistencia de Crespo para representar en un monólogo un texto escondido sobre su vida privada y amorosa, Mallo se encuentra con Federico, un argentino con quien mantuvo un tormentoso romance. Los dos, con canas, se abrazan y saludan, revelan sus nuevas relaciones, sus lugares de residencia, y se permiten una cortesía: se confiesan lo que los mantuvo juntos durante tanto tiempo, y pensando el uno en el otro, y eso es el amor. 

Dolor y gloria es una confesión de Almodóvar. En algunos puntos llega a ser pretenciosa, y el espectador podría batallar durante todo el filme para sentir cierta empatía hacia la tortuosa vida de Salvador Mallo. ¿Por qué sufre con su genialidad? De niño, Salvador enseña a Eduardo (un hombre) a leer y escribir, y estas escenas poco se entienden sino como una expresión de gloria hacia sí mismo y su evidente inteligencia. Es el dolor lo que nos conecta con el personaje, quien percibe en Eduardo y su virilidad ese primer deseo que lo tortura por voluntad propia. Sin embargo, no hemos de juzgar esto como un egocentrismo de los dos directores (Almodóvar y Mallo), sino como una confesión honesta de lo que significa revelarse a sí mismo. 

Almodóvar siempre había explorado el amor de una madre; el amor pasional de una mujer hacia un hombre que decide ser mujer; el amor de una mujer hacia su arte; pero pocas veces el amor de un hombre hacia otro hombre, hacia sí mismo. Y es aquí cuando el director español triunfa en Dolor y gloria, una película que rompe con lo que conocemos de él. 

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