El nombre de Matt Groening todavía pesa. A pesar de que llevamos años, como 15, sin ver un capítulo nuevo de Los Simpsons y que clamamos porque ya se acabe la serie, y de que nunca le dimos a Futurama la importancia y las risas que se merece, el nombre de su creador todavía tiene una carga importante.

Así que cuando se anunció Disenchantment, la nueva aventura creada por Matt para Netflix, había entre sus seguidores una combinación de ansiedad (“¿podrá tener otro éxito en sus manos?”), mortificación (“dejé de ver Los Simpson en la novena temporada”), entusiasmo (“si es la mitad de buena que el capítulo de las abejas* de Futurama, cállate y toma mi dinero”) y desencanto (“meh, ya tengo Rick & Morty”).

*En serio, si no recuerdan o no han visto el capítulo de las abejas, “The Sting”, (episodio 12, temporada 4), vayan a buscarlo ya. Y ya que están en eso, vean el de la Caja de los universos (episodio 10, temporada 5), el de los Ploppers (episodio 15, temporada 2), y el del perro de Fry (episodio 7, temporada 4). Son joyas de la televisión de este siglo.

Las primeras reacciones a Disenchantment no se veían muy promisorias. No estoy seguro si venían por parte de fans de Los Simpson (aunque, en estos días, ¿quién es en realidad fan de Los Simpson?) o de gente que esperaba otra cosa, quizás un humor más agresivo o acción más pronunciada. Esas críticas que hablan de que la serie es aburrida y no causa gracias tienen un 20% de razón, sobre todo porque estoy seguro de que se quedaron en el segundo capítulo.

El inicio de Disenchantment no es precisamente despampanante. Se tarda en encontrar su propio humor y en lograr que el espectador deje de buscar los elementos que conocemos de Groening en todos lados. Hay más referencias a Game of Thrones que a Los Simpson, así que deténganse. Si le dieron 3 capítulos a La casa de las flores, pueden darle cuatro a Disenchantment.

Y a partir de ahí, no la van a soltar. Los capítulos cuatro y cinco son muy buenos, y el séptimo es genial. Una de las grandes diferencias entre esta serie y las anteriores de Groening es que esta es, efectivamente, una serie. Los capítulos están ligados y cuentan una misma historia, que hacia el final abre las puertas a un millón de `posibilidades. Sólo es cuestión de darle tiempo para que los personajes se desarrollen y puedan encontrar su propia voz, y así, Bean, Elfo y Luci se vuelven cada vez más interesantes y graciosos. Entre más mala onda son, todo es más divertido, y el ambiente medieval se presta para ser oscuros y tener chistes pesados (la peste, el alcoholismo y la magia son muy buenos conductores de humor negro).

Bean es una princesa bebedora que tiene como amigos a Elfo y Luci.

Así que, en efecto, no empieza tan emocionante como podría haber sido, pero es una serie que crece en tu corazón y que promete ponerse muy divertida. Sólo son unos muy económicos 10 episodios de media hora, pero al final quisieras tener sangre de elfo para poder hacer que nunca se acabaran.

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