El 18 de julio de 1936, comenzó en España la Guerra Civil, uno de los periodos más trágicos y oscuros en el que se enfrentaron los republicanos, comandados por el general Francisco Franco, contra las fuerzas militares que lucharon durante tres años en defensa de la sociedad española. El 1 de abril de 1939, Franco anunció el fin de la Guerra, dando paso a una dictadura militar de casi 40 años que suprimió, desapareció y asesinó las libertades de una gran parte de la nación.
Franco contó con el apoyo de Adolfo Hitler en Alemania y Benito Mussolini en Italia bajo una aparente lucha contra el comunismo que, sorpresivamente, fue abrazada por potencias como Estados Unidos que siempre se han definido, en la teoría, en defensa de la democracia. La Guerra Civil española llegó a su fin con la muerte de Francisco Franco en 1975, pero años antes había intentado “reconciliarse” con las figuras internacionales españolas que se exiliaron y trabajaron fuera de España.
El más importante fue, sin duda, Luis Buñuel, un director reconocido en el mundo por llevar a cada una de sus producciones el surrealismo que conoció en París cuando era joven, y que reformuló junto a Salvador Dalí, pintor, en escenas oníricas que cambiaron la narrativa visual del cine, y la industria en sí misma.
En 1960, Franco le pidió al ministro de Cultura de España que invitara a Buñuel de regreso para filmar una película. Buñuel llegó a su país natal y comenzó la producción de Viridiana, la cual se estrenó en 1961. Como un proceso natural de Buñuel, la película causó revuelo e indignación y fue prohibida en el país con el apoyo directo de la ciudad del Vaticano. ¿La razón? El filme es una crítica y una burla a las doctrinas religiosas con las que se domina la sociedad.
Viridiana, interpretada por Silvia Pinal, es una joven novicia que está a punto de tomar sus votos finales para convertirse en monja. Viridiana es una mujer hermosa, inocente y que se mantiene fiel a sus principios. Su tío, Jaime, quien la ha ayudado económicamente, pide que lo vaya a visitar, y es aquí cuando comienza un círculo de hipocresía y violaciones a la moral (aquella definida por la Iglesia) protagonizadas por Viridiana, una víctima, y don Jaime, un transgresor que se da golpes de pecho.
Una de las escenas más reconocidas de Viridiana es cuando el tío Jaime droga a Viridiana, quien se parece a su difunta esposa, e intenta violarla. Jaime no llega a consumar el crimen, pero le hace creer a la novicia que la desvirgó, quebrantando su voluntad. La culpa de Jaime y el dolor de Viridiana, dan paso a cuestionamientos y dudas que van más allá de su relación con Dios (como fe), sino de Dios (como Iglesia) con todo lo demás.
Ante la incertidumbre, y como una forma de redimir “sus pecados”, Viridiana invita a un grupo de vagabundos a vivir en la casa de su tío, a quienes pretende “salvar” con sus oraciones y acciones de caridad. Sin embargo, la mala vida les ha mostrado que poco importa la buena voluntad y deciden tomar la casa y convertirla en el escenario de una orgía donde Viridiana es violada.
Viridiana no es un mártir, sino se acerca más a la figura de un santo y algunos conceptos filosóficos (igual de incendiarios) que proclamaron la muerte de Dios en cuanto a la conveniencia de las personas de seguir algunas reglas y olvidar otras. Hay varios mensajes en Viridiana y en la narrativa de Buñuel, y quizá el más claro sea que las personas, a final de cuenta, no cambian ni por la amenaza de una vida después de la muerte que no se pueda redimir.
Las autoridades republicanas de Franco, evidentemente se molestaron con la película, y más si consideramos que el régimen navegaba en el nacionalcatolicismo. La Iglesia y las autoridades religiosas, así como el mismo Franco, consideraron que el filme era ofensivo e hicieron todo lo posible para que saliera. Sin embargo, Viridiana llegó al Festival de Cannes y se llevó la Palma de Oro, el máximo galardón. España evitó a toda costa que fuera en representación de México, así que se comparte el reconocimiento con México, quien ha conocía las películas incendiarias de Buñuel y estaba acostumbrado a su discurso.
Durante el exilio de Buñuel en México por casi 25 años, el director español filmó 17 películas de producción mexicana con actores y personajes de la industria nacionales. Viridiana representó para Buñuel un filme de lo más personal, pues el personaje de la novicia se mueve incrédula en una fe que ha quebrantado sus propios preceptos. Lo mismo sucedió, de alguna manera, con Buñuel y su fe en la Iglesia más allá de un dios. “Espero no irme al infierno”, dijo alguna vez.