Casablanca de Michael Curtiz (1942) es considerada como una de las películas más importantes y determinantes en la historia del cine. La pareja que se hizo entre Ingrid Bergman y Humphrey Bogart en los personajes de Ilsa Lund y Rick Blaine, se inmortalizó en un blanco y negro de definió durante muchos años el romance en la pantalla grande Hollywood. 

La historia de la película es relativamente sencilla si pensamos en el amor y atracción entre personajes principales como la premisa del filme. Sin embargo, los detalles que construyen el contexto de la historia, la hacen mucho más atractiva, incluso histórica en una época en que la industria del cine se puso en servicio de la guerra contra los sistemas totalitarios en Europa; es decir, contra el nazismo/fascismo comandado por Adolf Hitler. Podemos pensar en Casablanca como una película de ficción pero con un objetivo sutil propagandista que retomó varios temas del momento como la guerra. 

En Casablanca, Rick es el dueño de un bar ubicado en Casablanca en Marruecos. Este país sirve como base para que muchos logren reunir sus papeles y llegar a una América de promesas y sueños. O bien, con ayuda de un misterioso Rick, poder huir a la libertad que sigue representando Estados Unidos. Así es como llega Ilsa Lund a Casablanca con su esposo Victor Lazlo, un líder de la resistencia contra los nazis alemanes. Entre romances, amistades y frases icónicas, descubrimos que Rick es algo más que el dueño engreído de un bar: ayuda a mover armas a un grupo de resistencia etíope contra la invasión italiana fascista. 

De este modo, Rick es un héroe, y los eventos que terminan con Casablanca, potencian su imagen de un hombre que pelea por las causas más justas como la libertad sin importar las implicaciones del tráfico de armas. Del otro lado, está aquel que mueve armas como un negocio que no se mantiene con base en ideologías ni pretensiones utópicas de igualdad y justicia. En otras palabras, el traficante común y corriente que casi por obligación ha de hablar ruso (oriundo de cualquier país que haya sido parte de la Unión Soviética).

 Descubrimos dos tipos de traficantes de armas: el héroe y el asesino. Aquellos que venden armas para que unos niños en África se conviertan en guerrilleros que luchan por causas que ni siquiera entienden (o de las que muchas veces son víctimas) y aquel que vende armas a la resistencia, a los grupos de rebeldes escondidos  que van contra un régimen totalitario y dictatorial. 

Cualquiera de las dos, existen por una causa que se considera justa desde una perspectiva, y generalmente no es de quien vende el arma, sino el que dispara. En la segunda categoría encontramos a Yuri Orlov, el personaje principal de Lord of War de Andrew Niccol de 2005 protagonizada por Nicolas Cage. En esta cinta conocemos a Orlov, el mayor traficante de armas que se encarga de mantener en pie las guerras en países inestables, desde guerrillas en África hasta los lugares más recónditos de Colombia. El nombre de la cinta, precisamente, hace referencia a su lugar como el hombre que se encarga de decir cuándo y cómo termina una guerra. 

La historia de Lord of War llega a su punto más alto cuando un agente de la Interpol interpretado por Ethan Hawke, decide investigar las actividades ilegales de Yuri Orlov, quien en todo momento justifica su trabajo como un mal necesario que, como mencionamos, persigue distintos objetivos que se definen cuando descubres cuál de los dos bandos tiene más armas. 

El personaje de Yuri Orlov fue escrito (queremos pensar) para Nicolas Cage, y después de casi 15 años de estrenarse, no podemos pensar en otro actor que pueda interpretarlo. Orlov es un ucraniano nacido dentro del control soviético, pero que tuvo la posibilidad de migrar a Estados Unidos bajo el manto del judaísmo. Un día, después de ver cómo intentan asesinar a un jefe de la mafia rusa, decide convertirse en un traficante de armas en todo el mundo (África, Asia, América Latina) y cuya fortuna lo ayuda a conseguir a la mujer de sus sueños. 

Yuri Orlov está basado en la vida y experiencias de distintos traficantes de armas reales, pero sobre todo en la figura de Víktor Bout, conocido como “el mercader de la muerte” y quien en 2012 fue condenado a 25 años de prisión por el tráfico de armas a grupos colombianos (FARC) que, de acuerdo con el gobierno estadounidense, son considerados como terroristas. 

En su defensa, Bout aseguró haber movido armas en la década de los 90 para los grupos antitalibanes, lo que según nuestra lógica, lo convertiría en un aliado al estilo de Rick Blaine en Casablanca. Sin embargo, las pruebas lo identificaron como el responsable de armar grupos guerrilleros en países de Europa del Este como Ucrania y Bulgaria, hasta Liberia en África. 

Viktor Bout en 2008 / Getty Images

El personaje de Yuri Orlov navega entre el dinero y el terror de distintas guerras que no entienden de aliados, ni bandos, ni lealtades, ni tampoco de dinero. Después de filmes dramáticos y de ciencia ficción como The Truman Show y Gattaca, Andrew Niccol acertó con Lord of War, una historia real (a veces llega a ser cómica) que se define con la escena de créditos, una de las más memorables del cine contemporáneo hollywoodense. 

“Life of a bullet”, como se le conoce a la primera secuencia, nos presenta el paso de una bala desde la fábrica hasta la cabeza de un niño que también sostiene un arma en medio de un enfrentamiento civil en algún país de África. Hay un poco más de 500 millones de armas de fuego en circulación en el mundo. Eso es un arma de fuego por cada 12 persona en el planeta. La única pregunta es”,Yuri Orlov fuma su puro. ¿Cómo armamos a las otras 11?, Orlov sonríe. 

Así comienza a sonar “For What It’s Worth” de Buffalo Springfield mientras vemos el recorrido de una bala desde su manufactura, el transporte en cajas de madera, su llegada a lo que parece ser un embarco y, finalmente, su destino: el arma de un joven negro que apunta y dispara a un niño.

Esta secuencia nos recuerda a uno de los momentos más destacados de Full Metal Jacket de Stanley Kubrick cuando en un lugar en ruinas durante la Guerra de Vietnam, varios soldados americanos caen por un francotirador que no puede ser detectado. Rafterman y Joker encuentran al francotirador, y es una mujer joven que es abatida por Rafterman. En la película no hay bandos, sólo victorias sin importar si se trata de un hombre inocente, un civil, una mujer o un niño. Y esa es la lección más grande de Lord of War donde la guerra y la muerte es un negocio que no difiere, al final, de cualquier otro.

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