Todas las ideas son de su tiempo, o al menos se desarrollan cuando deben, en el momento justo en que la sociedad está lista para interpretarlas y crear un discurso que gire en torno. Eso ha sucedido con algunos conceptos sociales que son temas de conversación en la actualidad como el racismo, la discriminación, la desigualdad de género y la participación de las minorías de forma activa en la estructura social.
En los últimos años, las distintas industrias como la del entretenimiento, especialmente la del cine, han servido como un foro o espacio para debatir estos temas a través de historias y películas, asimismo para representar a los grupos que han quedado excluidos como personajes en un entorno. Por ejemplo, la comunidad LGBT+, en específico en cuanto a la homosexualidad.
Ahora, como mencionamos, el cine ha servido como una forma de presentar las distintas realidades en cuanto al tema. Grandes filmes de relevancia mundial como Call Me By Your Name, Moonlight, Boy Erased, The Miseducation of Cameron Post, Simon, 120 latidos por minuto, Blue is the Warmest Color, y más, anuncian un debate que ya llegaba desde principios de milenio con Brokeback Mountain de 2004, una película que, incluso, fue rechazada por Leonardo DiCaprio y Brad Pitt en vistas de arruinar su carrera por un personaje homosexual.
Sin embargo, antes de todas estas propuestas, existieron grandes filmes que abordan la homosexualidad, principalmente la masculina, como Maurice, Philadelphia, My Own Private Idaho, Bent y Happy Together, esta última de Wong Kar-wai de 1997, filmada entre Hong Kong y Buenos Aires, Argentina. Happy Together sigue la historia de Ho Po-wing y Lai Yiu-fai, una pareja que decide viajar a Argentina con el objetivo de conocer las cataratas de Iguazú.
Su relación es intensa y complicada dadas las circunstancias y el entorno en el que se desarrollan. Los noventas fue una década que presentó varios momentos en cuanto a la ruptura de estereotipos y tabúes en todo el mundo, y a pesar de que se habló de liberación femenina, poco se dijo sobre la libertad sexual entre dos personas del mismo sexo. Ni qué decir de la ideología asiática como la de Hong Kong, lugar que apenas en 1991 se había despenalizado la homosexualidad después del primer caso de VIH en la región en 1984.
De este modo, y como parte de un punto de partida nuevo para su relación, Yiu-fai y Po-wing viajan a Buenos Aires. La intención era recuperar la pasión de su amorío, pero solamente se separan una vez más. Sin dinero para emprender el regreso, Yiu-fai comienza a trabajar en un bar de tango. Una noche, Po-wing regresa golpeado y maltratado, descubriendo así una segunda oportunidad para la pareja. Tiempo después, viviendo juntos en un pequeño cuarto, Yiu-fai comienza a trabajar en un restaurante donde conoce a un migrante heterosexual de Taiwán. Con él, empieza una relación de amistad que de a ratos, parece dar para algo más, punto que nunca llega.
Sin embargo, lo que continúa es el tormento de una relación de codependencia que se define por las constantes rupturas y regresos relacionados, en gran medida, por la promiscuidad de Ho Po-wing y la actitud pasiva/agresiva de Lai Yiu-fai. La película avanza en un letargo musicalizado por “Cucurrucucú paloma” del compositor mexicano Tomás Méndez, pero con la voz del tango Caetano Veloso.
Conforme avanza la cinta, la relación se queda estancada y nos damos cuenta que se tratan de meros encuentros físicos y emocionales que sólo suceden en un imaginario construido por Wong Kar-wai a partir, esta vez, de su amor por las canciones en español (In The Mood for Love se construye musicalmente por las canciones de Nat King Cole en nuestro idioma) y la literatura latinoamericana. En este caso, definió la historia de amor de Happy Together con base en The Buenos Aires affair del argentino Manuel Puig.
Happy Together es una película realista que en su momento, se salió de todo lo convencional para ofrecer una mirada desoladora de una relación de dependencia que de ninguna manera puede terminar bien. La relación, en algún punto del filme, se basa en las memorias de lo que alguna vez fue y las ganas de ser algo más. Esta narrativa, basada en memorias y recuerdos que no ve el espectador –pero sí puede sentir– y se realizan con base en sus diálogos, pero sobre todo actitudes frente a una relación que terminó desde antes del viaje a Argentina.
La presencia de Chang, el chico de Taiwán, sirve como un recordatorio para ambas partes, tanto para Ho Po-wing y Lai Yiu-fai, del fin de la relación y las pocas ganas que quedan de seguir adelante. Los colores y la impresionante fotografía de Christopher Doyle, sirven también para potenciar el violento final de su amor, porque alguna vez sí estuvo presente. No podemos hablar de una relación masoquista en la que ambos son inconscientes de su destrucción como en In The Mood for Love de 2000; sin embargo, se trata de una relación que funciona más como una adicción y que ha dejado de lado los placeres del sexo y la satisfacción del cuerpo, por ejemplo, para dar paso a un tormento alimentado por su supuesta necesidad de expresar sus frustraciones uno con el otro.
El sexo, desde un principio, es violento por no decir pasional, pues estaríamos justificando la codependencia presente en la relación con un amor escondido que sólo se atreve a salir durante el contacto físico. No se trata de eso. Ni siquiera hace alusión a los celos y los arranques de ira producidos por las actitudes de uno u otro (el hecho de entender que Ho Po-wing llega golpeado a los brazos de Lai Yiu-fai por prostituirse, y que este último se enamora de un hombre heterosexual y cariñoso).
Happy Together nos regaló una de las mejores actuaciones de Tony Leung en colaboración con Wong Kar-wai, y es evidente en la cinta. El director no acostumbra a trabajar con guiones y esta no fue la excepción, pues se trató de una producción “improvisada”, pero que salió bien por la confianza de Wong Kar-wai con sus actores. La participación de Leslie Cheung también fue determinante para lograr el sentido devastador del filme y la historia, sobre todo si consideramos que Cheung fue una de las primeras celebridades en Asia en declararse homosexual, convirtiéndose así en un ícono de la comunidad con una imagen andrógina. Dos veces más valiosa Happy Together.
Esta cinta compitió en la selección del Festival de Cannes de 1997 junto a grandes filmes como Funny Games de Michael Haneke. Wong Kar-wai se llevó el reconocimiento por su trabajo en la dirección, mientras la Palma de Oro fue para El sabor de las cerezas de Abbas Kiarostami.