“Después de ver alguna película de Rocky, salía uno de la sala de cine con ganas de comerse al mundo”
… dijo alguna vez en un programa deportivo de ESPN el periodista deportivo Heriberto Murrieta, hace un par de años mientras comentaba la incursión del actor Silvester Stallone al Salón de la Fama del boxeo, por la difusión que el actor dio a éste deporte con la serie de películas en las que interpretó a Rocky Balboa. Qué curioso, pensé en ese momento, yo sentí lo mismo después de ver cada una de las seis partes que conforman la saga de uno de los personajes más entrañables, y recordados en la historia de la cinematografía mundial.
Ahora que llega Creed: Corazón de Campeón, séptima película donde aparece el personaje de Rocky y spin-off de la saga, quien ahora escribe estas líneas se rehusa a realizar una reseña de esta nueva cinta partiendo de la coherencia e imparcialidad, pues al hablar de Rocky Balboa inmediatamente se entromete el corazón. Aún así, haré mi mejor esfuerzo.
Rocky Balboa, el boxeador que todos somos.
No recuerdo si empecé con la 4ta, o la 2da, o la 3ra película. Da igual. Sólo sé que aún no cumplía los diez años y ya había visto las primera cuatro partes de Rocky una infinidad de veces. Fui, por supuesto, uno de esos niños que se enamoró de aquellas historias y se creía Rocky. En secreto usaba la bata de baño de casa, un short, y me imaginaba caminando rumbo al ring, momentos antes de enfrentarme a terribles oponentes y escenificar peleas dramáticas, tal y como las veía en esas películas.
Uno crece, pero nunca dejé de creerse Rocky, por el contrario, cada vez que repiten alguna de sus películas en televisión es inevitable verla sin importar que nos sepamos de memoria cada diálogo, escena, grito o golpe. Si antes sólo apreciábamos la acción en las escenas de los entrenamientos y las peleas, con el paso del tiempo se van descubriendo y sumando más elementos que nos mantienen igual o más enganchados que la primera vez.
Y es que la historia de Rocky Balboa no es solamente la de un boxeador que desafió y venció a los mejores de su tiempo, sino la de un hombre que pasó la mayor parte del tiempo luchando contra las adversidades que le ponía la vida, viniendo de muy abajo y casi siempre nadando contracorriente.
La emotividad como elemento esencial
Ser fanático de Rocky es tener el corazón a flor de piel cada que se recuerdan las enseñanzas de Mickey y su posterior muerte; la épica pelea contra Ivan Drago; la imponente música; los esfuerzos de los entrenamientos; las vueltas del destino y la pérdida de la fortuna; la aceptación de la vejez y el retiro; las agallas de volver y acallar las voces interiores que aún piden seguir en el combate. Momentos sublimes, bien logrados, emocionantes y conmovedores que hacen imposible ver estas películas sin ser tocado en lo más profundo del alma.
Dicen que previo a los partidos de la Selección Mexicana, en el Mundial de 1986, Bora Milutinovic les proyectaba a los jugadores el final de las películas de Rocky para motivarlos. Y es que la historia de Rocky Balboa ejemplifica cómo una vida simple puede convertirse en algo extraordinario: Tener la capacidad de soportar los embates del destino y caer derrotados para levantarnos más fuertes después de prepararnos hasta los límites de lo humano.
Es imposible que no se nos ponga la piel chinita al ver este tipo de escenas:
Pocas cosas nos levantan de la lona como ver las secuencias de entrenamiento de Rocky. No sé si Stallone dimensionó el alcance que tendría el personaje que él mismo inventó hace más de tres décadas. Lo cierto es que Rocky forma parte del colectivo popular y le habla a los perdedores que esperan pacientes una oportunidad y sienten como propias las victorias de Balboa. También le pertenece a los deportistas que lo usan como inspiración; a esas personas que no tiran la toalla jamás; y a los enamorados que dan todo por quien aman.
En resumen, todos somos Rocky.
Creed, el nuevo capítulo
A lo largo de varias generaciones Rocky Balboa se ha convertido, por derecho propio, en un personaje querido por todos. Por eso, el poder toparnos nuevamente con él en una película -aunque esta no lo tenga como protagonista- no deja de resultar inquietante para los millones de fanáticos de todo el mundo.
Como todos saben esta nueva cinta se centra en Adonis Johnson Creed (Michael B. Jordan) hijo del gran campeón Apollo Creed, quien nació después de la muerte de su padre. Como fue fruto de una relación extramarital de su padre, Adonis pasó gran parte de su infancia metido en problemas hasta que es recogido y criado por la viuda de Apollo. Con el paso del tiempo, el descendiente del boxeador tiene un trabajo acomodado, una buena posición económica y podría decirse que tiene un gran futuro por delante, sin embargo en su interior siempre se mantiene latente la inquietud de probarse ante la vida, y para hacerlo elige el deporte que le costó la vida a su padre.
Aunque lo intenta en repetidas ocasiones, pues busca forjarse un camino por él mismo, la sombra de su padre hace que Adonis se dirija a Filadelfia, sitio donde Apollo Creed tuvo su legendaria pelea con Rocky Balboa.
Al llegar, Adonis busca a Rocky y le pide que sea su entrenador. A pesar de insistir en que ya no pelea más, Rocky ve en Adonis la fuerza y determinación que una vez había visto en Apollo, el gran rival que se convirtió en su mejor amigo. Rocky accede a entrenar al joven peleador, inclusive mientras él mismo libra otro tipo de retos fuera del ring. Con Rocky a su lado, no pasa mucho tiempo para que Adonis tenga la oportunidad de luchar por un título.
Adonis y Rocky
En apariencia la trama es simple y guarda ciertos paralelismo con los orígenes de Rocky. Incluso podría ser tachada de predecible. Sin embargo eso poco importa, si somos sinceros todas las cintas de la saga (sobre todo las primeras cuatro) guardan una estructura muy similar y aún así son emocionantes y entrañables, cada una tiene elementos que nos hace recordarlas y diferenciarlas del resto.
El personaje de Rocky es tan noble que uno termina encariñado con él, y aunque desde la quinta parte dejó de ser físicamente invencible, humanamente siguió creciendo. En un punto en el que su vida es una constante pérdida, su bondad hace que se reponga a cualquier adversidad y que en medio de ellos aún sea capaz de inspirar al hijo de su mejor amigo. Rocky saca fuerzas de su flaqueza, y con una nobleza que abruma hace todo por encausar el hambre de triunfo de Adonis, contagiándole de la fiereza que tanto él como Apollo tuvieron cuando eran los reyes del boxeo mundial.
No debe pensarse que la historia gira solamente entorno a Balboa, al contrario, el personaje de Adonis, a pesar de su aparente rudeza también termina brillando y robándose el corazón de los espectadores, tanto que no extrañamos ver a Rocky sobre el ring pues el heredero de Apollo tiene el empuje suficiente para emocionarnos y hacer que sus escenas de combate nuevamente nos aceleren el pulso.
Lo mejor es cuando estos dos personajes interactúan. De pronto, Rocky y Adonis dejan de ser entrenador y boxeador para tener una relación que más bien emula la de un padre con su hijo. Ambos se necesitan para salir adelante e inspirarse mutuamente. Y esta asociación es quizá la que marca la película, incluso más que las escenas de boxeo que por cierto, son espectaculares.
Y es que Rocky, de corazón noble e inocente, siempre estuvo acompañado de alguien más, formando duplas inolvidables. Por ejemplo con Adrian, una chica que no cumple el estereotipo de ser la más bonita o la más simpática, pero que lo inyectó de la fuerza necesaria para salir adelante. Ver la evolución del amor de Rocky y Adrian a lo largo de las películas es aleccionador. Lo mismo sucedió en la relación de Rocky y Mickey; y más tarde con Apolo Creed, su rival en las dos primeras entregas, su entrenador en la tercera y el mayor motivo de Rocky para vengar su muerte en la cuarta parte.
Regresando a Creed, hay momentos que harán emocionarse a los fanáticos de hueso colorado de la serie, detalles que los remontarán a las entregas anteriores como por ejemplo, cuando por primera vez aparece el legendario short con la bandera estadounidense de Apollo. Son muchos los guiños a la saga, por lo que esta nueva película es también un efectivo bombardeo a nuestra nostalgia.
Además, la actuación de Stallone por sí misma vale la pena, sin duda su nominación al Oscar es más que merecida, pues logró darle a su personaje una nueva dimensión.
Para cuando el final apoteósico llega, una vez más somos atacados por esa emoción y adrenalina que solamente logran las películas de Rocky. Al terminar la película es probable que escuchen aplausos (sucedió en la función de prensa), que varias personas tengan lágrimas en los ojos y que todos salgan con ganas de querer comerse al mundo.
Detrás de Creed
En Sopitas.com tenemos en exclusiva un featurette de Creed, con comentarios de los actores y parte del staff de esta película que se estrena este fin de semana en México.
Por @gabrielrevelo