El amor de David Lynch por el cine no es una novedad; sin embargo, con el paso del tiempo, sus películas y sus palabras, ha quedado en claro que más que una relación íntima con el séptimo arte, se trata de un amor por el lenguaje, la capacidad de contar algo y la disposición de la gente para sentirse de alguna frente a las historias. Esta premisa queda visible en el cortometraje titulado Curtains Up de tête-à-tête y presentado por la diseñadora Stella McCartney para Nowness.

En este pequeño trabajo fílmico de poco menos de 10 minutos, Lynch define, como mencionamos, su amor por el cine al mismo tiempo que narra las nuevas ideas que giran en torno a esta expresión artística. “El cine es un lenguaje”, dice Lynch con una voz tensa que no está pensada para narrar cosas con palabras, sino con imágenes. “Puede decir cosas, grandes cosas abstractas y eso es lo que amo de él. Algunas personas son poetas y tienen la capacidad de decir cosas hermosas con palabras, pero el cine tiene su propio lenguaje y es capaz de expresar un sentimiento o pensamiento que no puede ser transmitido de otra manera. Es un medio mágico”.

En Curtains Up, Lynch confiesa que antes no le interesaba el cine, sino la pintura. Mientras pintaba un cuadro, vio cómo algunos objetos que lo conformaban, se movían: ¿una película puede hacer que las pinturas se muevan? Y la respuesta son los 10 largometrajes en su historial, sumados a sus cortometrajes y proyectos para la televisión que resumen la capacidad del cine para realizar un proceso de abstracción que viene de la conciencia y todo el potencial de la misma, la cual viene como consecuencia de las ideas y el deseo.

En realidad, este cortometraje es una especie de manifiesto hacia los creadores, ya sea cineastas o cualquier tipo de artistas sobre cómo una idea o pensamiento, se convierte en una obra de arte que no necesariamente refleje el estado anímico de quien lo crea. Lynch nos tiene acostumbrados a mundos oscuros y espacios oníricos que no tienen razón o explicación alguna, pero eso no significa que el director mismo perciba en sí esas mismas sensaciones que proyectan sus películas. Un estado de felicidad ilumina a los creadores, de acuerdo con el director, y esto trae como consecuencia una claridad que permite contar historias oscuras sin perderse en ellas, sin sufrirlas en la vida real…

Hace 12 años salió Inland Empire, la última cinta de David Lynch que conforme pasa el tiempo, cierra más las posibilidades de que vuelva a la silla de director en un largometraje; sin embargo, su narración en Curtains Up y el regreso de Twin Peaks en 2017, al menos nos da una idea de qué es lo que pasa por la mente de unos de los cineastas más emblemáticos de la historia del cine.

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En 2017 entré a Sopitas.com donde soy Coordinadora de SopitasFM. Escribo de música y me toca ir a conciertos y festivales. Pero lo que más me gusta es hablar y recomendar series y películas de todos...

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