Cuando Guillermo del Toro era un niño, solía ir a un cine cerca del lugar donde creció en Chapala. Y mientras él veía películas, otro niño llamado Alfonso Cuarón, iba a ese mismo cine junto a su familia. Coincidieron varias veces (recuerdan haber visto las mismas películas de monstruos), pero no se conocieron hasta mucho tiempo después.

Primero fueron ellos dos, y luego se les sumó Alejandro González Iñárritu. Para ser más precisos, al momento en el que se encontraba editando Amores perros, su debut como director en el año 2000. Y después de décadas de amistad, una que ha marcado a la misma industria del cine en Hollywood, es que los famosos “Tres Amigos” se volvieron a reunir para dar una divertida charla en el Academy Museum de la ciudad de Los Angeles.

En la noche del viernes 6 de enero, se dieron cita varios invitados y medios para escuchar a tres de los directores más destacados e influyentes de los últimos años. Bajo la organización de Netflix (la plataforma que ha respaldado sus proyectos más recientes arrancando con ROMA en 2018), Ted Sarandos fue el encargado de presentarlos con un aforo lleno para el que Alfonso Cuarón sirvió como moderador para que Iñárritu y Del Toro hablaran a fondo de BARDO y Pinocchio.

Alejandro G. Iñárritu, Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro en la conversación de ‘The Three Amigos’ / Foto: Cortesía Netflix

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El humor siempre ha estado presente en su amistad

La plática arrancó con la petición de Guillermo del Toro de que cada uno dijera en dónde estaba en el 2006, un momento clave en las carreras de los tres al presentarse juntos en los premios de la Academia. El cineasta de Jalisco se encontraba en la mira gracias a El laberinto del fauno; Iñárritu presentó el cierre de su trilogía con Babel; y Cuarón había filmado Children of Men.

Sin embargo, lo que pretendía convertirse en una plática sobre una memoria, termino en un comentario que hizo reír a todos los asistentes. “Yo estaba en mi primer matrimonio. Y mi deseo de Año Nuevo era bajar 10 kilos, dijo Del Toro. Y en realidad, entre anécdotas, chistes y reflexiones, fue que se llevó más de hora y media de plática.

Iñárritu siempre ha dicho, y la mayor prueba se encuentra en BARDO, que el arte te permite explorar la belleza en el horror. Y el cine no es la excepción. Sin embargo, nada de eso podría ser posible sin el humor, que creemos, es una de las partes más características de la sociedad mexicana. El humor, los chistes y aquellas dinámicas que se crean en la intimidad de una amistas, se vieron reflejadas aquí.

Alejandro G. Iñárritu, Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro cargando figuras de ‘Pinocchio’ / Foto: Cortesía Netflix

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Las similitudes entre BARDO y Pinocchio

Cuando pensamos en la filmografía de Guillermo del Toro, se nos vienen un par de ideas a la mente de forma inmediata: fantasía y monstruos. El cineasta se ha valido del género y diversas figuras del horror, para explorar las partes más oscuras de la experiencia humana, las cuales incluyen la muerte.

Y ojo, que percibir la muerte como algo ajeno, es algo cultural y general. Pero para Del Toro (como buen mexicano), no hay vida sin muerte, y no se puede entender una (ni disfrutar la primera, sin reconocer la segunda). Desde Cronos hasta El callejón de las almas perdidas, se explora la relación de ambos en sus aspectos más oscuros, pero también más reveladores: no se puede vivir sin morir.

Imagen ilustrativa de ‘Pinocchio’ / Foto: Netflix

En Pinocchio, el más reciente largometraje del tapatío, la conversación es más clara que nunca, y se aborda desde diversas reflexiones sobre las pérdidas y las ausencias a partir de un padre que pierde a su hijo en tiempos de guerra. Una guerra en el sentido más literal al estar ambientada en la Primera y Segunda Guerra Mundial; y una guerra interna en la que se busca que las cosas permanezcan estáticas para preservar un momento de felicidad.

La misma conversación, pero abordada desde una perspectiva distinta, está en BARDO. Alejandro González Iñárritu volvió a México tras más de 20 años de ausencia para reencontrarse con un país que no sólo ya no reconoce, sino que lo percibe a él mismo como un extraño.

El personaje principal de BARDO, un hombre llamado Silverio Gama, también pierde a un hijo. Y en el camino, entre muchas decisiones, pierde su identidad, su lenguaje, su historia. Las ausencias en esta cinta se exploran desde una perspectiva personal para el director, y que al mismo tiempo se entiende universal, sobre todo para las figuras de los migrantes (una misma posición en la que se encuentran tanto Alfonso Cuarón como Guillermo del Toro).

Daniel Giménez Cacho como Silverio Gama en ‘BARDO’ / Foto: Netflix

Una amistad que se alimenta de inspiración

Cada vez que alguno de los tres cineastas habla del trabajo del otro, se denota mucha admiración. Eso es innegable. Cada uno ha estado presente, de alguna manera, en la película de los otros. Por ejemplo, Iñárritu contó que sin conocerse, al momento en el que se encontraba en plena edición de Amores perros, Del Toro viajó de Texas hacia su casa para ayudarlo con el corte final de la cinta.

Iñárritu habló de sinceridad y humildad. Y son esas dos características las que han moldeado la amistad, y las que han asombrado tanto a Hollywood, una industria que se pinta competitiva, cruel y cambiante. Desde el primer momento, él (Cuarón) me ofreció una mano, un consejo sincero, duro y generoso. Y desde 1995, ha sido exactamente igual“, dijo Iñárritu.

“Los Tres Amigos” en el Academy Museum of Motion Pictures / Foto: Cortesía Netflix

Para mí, la bendición en mi vida como cineasta, una profesión bastante privilegiada pero a veces solitaria, es recorrerla siempre acompañado con dos amigos que te sostienen en los fracasos y celebran tus logros. Compartir esas historias, sin ellos, no sería posible“, cerró.

También hablamos de mucha sensibilidad reflejada en filmes a los que se les atribuye muchos elogios a nivel técnico; pero que sobre todo, dicha sensibilidad alimenta el propósito del cine: contar historias y relacionarnos con ellas.

Para despedirse, Del Toro dijo, “Cuando preguntan de qué va todo esto, yo digo que va de amor, porque los amo, y de admiración porque lo admiro. Me han inspirado en cada año de mi vida a nivel profesional desde que comenzamos juntos, siempre lo han hecho. Y siempre han sido mis compañeros, mis maestros y mis hermanos“.

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