Ya tenía un rato que Charlie Sheen no salía con algo que lo pusiera, por lo menos temporalmente, bajo los reflectores. Siempre se puede esperar que contribuya con un comentario disparatado, después de todo, es la misma persona que afirmó tener “un cerebro de 10 000 años de antigüedad y los mocos de un niño de siete años“.

En esta ocasión, después de que se reportara la muerte de la mamá de Carrie Fisher y posteriormente la de su mamá, Debbie Reynolds, a Charlie Sheen le pareció buena idea manifestar  que le desea la muerte a Trump en un tuit.

 

Querido Dios: ¡que siga Trump, por favor!

 

 

 

Sin embargo, los sentimientos de Sheen respecto a Trump parecen estar encontrados, porque a mitad de este año le dijo que le habría gustado postularse como su vicepresidente e incluso implementó el hashtag #TrumpSheem2016 –no pegó–.

Cuando la mitad del mundo se le fue encima (después de todo, Donald Trump es el presidente electo y nunca ha estado bien visto desearle la muerte a alguien públicamente por diferencias políticas o cualquier motivo), decidió poner lo siguiente:

 

La reacción de los medios al tuit de anoche es tontamente representativa de la pusilanimidad panorámica extendida amplia y displicentemente a través de todas las expresiones de esperanza o alegría que actualmente nos atrevimos a publicar o impartir.

Ah, y por cierto, estaba hablando con Dios, no con ustedes.

 

Así que ya saben, no anden metiéndose en lo que no les importa, esto es entre Dios y Charlie Sheen. Aunque, como algún listillo le respondió en Twitter: en ese caso tal vez debió mandarle un mensaje directo.

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