No muchos directores pueden presumir ganar el Oscar en años consecutivos, y menos pueden presumir haber logrado que el Festival Cannes abriera sus puertas a una experiencia de realidad virtual.

Esto, no es una película, mucho menos un documental.

Estoy en las afueras del Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles, tercera parada de Carne y Arena, el proyecto más arriesgado, atrevido y atemorizante que ha sido creado por Alejandro González Iñarritu y Emmanuel Lubezki.

Frente a mí yace una cortina negra de 3 metros de alto. Las instrucciones son claras: nada de fotos, nada de audios, nada de nada. Uno pudiera pensar que es por la secrecía del proyecto, pero la realidad es que desde ahí  comienza esta angustiante experiencia, en donde sin darte cuenta, estarás dentro de un inmenso cuarto helado. Las paredes son blancas y las luces brillosas. En el suelo se pueden ver, botas, zapatos y chanclas apiladas. No es una obra de arte, son zapatos, botas y chanclas que reflejan los kilómetros y las condiciones que diariamente viven algunos migrantes durante su travesía por el desierto de Arizona.

El cuarto no es más que una reproducción de lo que se conoce como “las hieleras” o “los freezers”. Los centros de detención en donde la Patrulla Fronteriza retiene a los migrantes detenidos. Los niños son separados de sus padres, y aquí, las personas pasan días, semanas, meses….. y como espectador tampoco sabes cuál será el tiempo que pasarás ahí.

Uno, tres o cinco minutos. El tiempo es suficiente para sentir el frío dentro de tus huesos, la angustia de no saber dónde estas. Si estás siendo observado, o en qué momento podrás salir. Los zapatos, chanclas y botas que te rodean, son tan solo testigos de las personas que han estado, o estarán ahí.

Finalmente, escuchas una alarma, la cuál es la notificación de que debes abrir la puerta de seguridad y avanzar a la siguiente fase.

Descalzo empiezas a caminar por arena, en un enorme cuarto oscuro, y en el cuál hace mucho aire… Esta la ambientación con la que dos personas te ponen un backpack, probablemente para que sientas lo que es tener que caminar en la arena cargando algunas de tus pertenencias, pero también es el morral en donde se guarda el dispositivo de realidad virtual.

Carne y Arena / Foto: Emmanuel Lubezki

Una vez que estás listo, te colocas el visor y los audífonos. En cuestión de segundos, la experiencia te transporta al desierto, caminando junto con un grupo de migrantes… De repente, un helicóptero y gritos del pollero: todos al suelo… En un abrir y cerrar de ojos las sirenas de las patrullas te rodean. Elementos de la Border Patrol bajan, te apuntan, te hacen poner las manos en alto, hincarte, tirarte a la arena…

Ves, escuchas y sientes la angustia y desesperación de señoras pidiendo clemencia, de niños llorando, de jóvenes cuyo único pecado es soñar una vida mejor. Y por supuesto, la prepotencia policiaca.

Técnicamente, la ejecución de Carne y Arena es implacable. A diferencia de las películas que le han encumbrado, aquí no hay edición y la filmación se debe hacer en 3D, en vez de en 2D. Nadie había realizado hasta ahora lo que Gonzalez Iñarritu en realidad virtual, logrando presentarnos un híbrido entre el cine, un videojuego y la realidad. Tomar este paso, después de ganar dos premios Óscar de forma consecutiva, no solo es un statement, sino también una muestra de la constante reinvención a la que se sujetan estos mexicanos.

Alejandro González Iñarritu y Emmanuel Lubezki durante las filmaciones de ‘Birdman’ / Foto: Emmanuel Lubezki

“Mi propósito era experimentar con la realidad virtual para explorar la condición humana en un intento de romper la dictadura del encuadre dentro del cual las cosas simplemente se observan y reivindicar un espacio que permita al visitante vivir la experiencia directa de caminar con los pies de la persona inmigrante, ponerse en su piel y llegar hasta su corazón”, Alejandro González Iñarritu.

Carne y Arena no solo aprovecha las bondades que ofrece la Realidad Virtual sino que, como suele ser el estilo de Lubezki y González Iñarritu, la llevan al más allá con un software que permite a los policías de la Border Patrol identificarte. No eres parte del desarrollo, pero saben en donde estás, hacia dónde te mueves y qué haces. Te apuntan, te señalan…. Obedeces y haces todo lo que piden. Es una experiencia de realidad virtual, pero aún así estás al borde de la muerte. Al final, tú te salvas, pero hay muchas de personas que diariamente están allá… y desgraciadamente no lo logran.

La experiencia ha sido recreada a través de diversos testimonios recogidos por Alejandro González Iñarritu, con personas que aceptaron a compartir su historia, y peor aún, a recrear los tortuosos momentos que vivieron en carne propia, durante su travesía.

Tal vez la intención de Gonzalez Iñarritu y de Emmanuel Lubezki era mostrarnos, a través de este proyecto, el infierno que miles de personas se enfrentan diariamente… Pero también, al transportarnos ahí, directa o indirectamente, provoca un enfrentamiento con nosotros mismos, como los testigos virtuales que somos de una de las tragedias humanas más grandes de nuestros días.

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Carne y Arena fue presentada en el 70 Festival de Cannes y actualmente se expone en el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles (LACMA). Se espera que en los próximos meses la podamos ver en México.

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