Todos, en algún momento de nuestras vidas, nos enfrentamos a un periodo de soledad lleno de preguntas sin aparentes respuestas, un proceso que parece no tener fin. Por supuesto, todo dependerá de la persona y las circunstancias que lo rodean, o bien, de las experiencias que lo hayan llevado a ese punto. Sin embargo, esa lucha interna resulta inevitable y puede llevar a una persona a los puntos más altos o bajos de su vida.
Una ruptura amorosa, la pérdida de un ser querido, la frustración de un trabajo que no da para más… y todo para descubrir, o mejor dicho redescubrir, quiénes somos y por qué estamos aquí.
Es complicado. Como mencionamos, ningún proceso es similar y algunos llegan al punto de la desesperación o desesperanza, y se complica aún más existe una relación de dependencia hacia alguien más. Esta es la premisa que se plantea el filme La caótica vida de Nada Kadic, el debut cinematográfico de la directora mexicana Marta Hernaiz Pidal que se presentó en la edición número 16 del Festival Internacional de Cine de Morelia.
Este drama, con algunos tintes de documental, presenta la historia de Nada y su hija Hava, quien acaba de ser diagnosticada con autismo. Nada, nombre que en bosnio significa “esperanza”, es una madre soltera que debe trabajar y al mismo tiempo cuidar a su hija. La protagonista es testigo de cómo su vida personal y amorosa se desmorona mientras lucha con la idea de que Hava no está bien.
Cuestiones monetarias, parejas que van y vienen, un entorno desolador que sigue manifestando las consecuencias de una guerra reciente, y la soledad, construyen la vida de Nada. Sí, La caótica vida de Nada Kadic es una ficción que retoma todo, absolutamente todo de la realidad, y esto, sumado a algunos elementos clave de la producción como el sonido, hacen de esta cinta algo innovador para el cine mexicano.
La cinta está hablada en bosnio, las protagonistas también son de aquel país. Entonces, ¿por qué hacer una película mexicana en Bosnia? La directora siempre ha sido my clara respecto al tema: “el dinero es mexicano” y la postproducción se realizó en nuestro país. Este último punto nos lleva a un aspecto aún más real del filme, el cual presenta errores que lo hacen más personal y humano. No tuvieron la oportunidad de volver a filmar algunas escenas o construir de nueva cuenta los sonidos y, por ende, nos muestra tal cual la vida de la protagonista y todo lo que tiene que enfrentar en su soledad.
Esta cinta íntima y que en algunos puntos perece una verdadera tragedia, construye con sus sonidos un entorno actual que nos envía de forma directa al pasado de Nada, una mujer que de niña vivió la guerra en la década de los 90. Para caer en cuenta de su realidad y lo que deben enfrentar, Nada y Hava salen de viaje por Bosnia con destino a su infancia, no sin antes atravesar varios problemas que la unen aún más con su hija, y además le dan un halo de esperanza que no se determina por la “obligación”, sino por el cariño de una madre a su hija.
La caótica vida de Nada Kadic también plantea varios aspectos de exclusión social hacia las personas que presentan cualidades distintas, en esta caso, autismo. Cuando decimos que presenta algunas características de un documental, no estamos mintiendo y Marta Henaiz lo hizo con toda la intención de hacer de la vida de Nada y Hava, algo real para nosotros. No hay un sólo cuadro en el que no aparezcan Nada o Hava, y esto sirve para seguir directamente el caos que las persigue. Tampoco deja de haber ruido, lo que puede desesperar a las audiencias y sumirlas en la misma atmósfera de Nada con estrés y ansiedad.
Marta Henaiz estudió en la escuela Film Factory del cineasta húngaro Béla Tarr y cuya influencia, de forma indirecta, se percibe en esta película. La caótica vida de Nada Kadic se presentó como parte de la sección Forum de la Berlinale y recibió el aplauso del público, compitió en la categoría de Largometraje mexicano en el FICM 2019 y ahora se estrena en salas mexicanas.