A menudo suelen criticar los clásicos de Disney, sobre todo los relacionados con las princesas, como un mal ejemplo para las nuevas generaciones y la imagen de las niñas en la sociedad con el típico “busco marido, me caso y adiós”. Sin embargo, todos los que hacen estas críticas suelen olvidar que estas historias se hicieron hace siglos y Disney las retomó en una época donde todavía existían ciertos roles establecidos para los hombres y las mujeres.
Si entendemos eso, entonces podemos celebrar, sin pensar en cuestiones sociales y culturales, los 80 años de la primera película animada de Disney que no sólo se convirtió en la pionera del mundo de la animación y la tecnología, sino en un filme completamente necesario en un mundo en el que la magia, el amor y la inocencia hacían y hacen falta. Es decir, hace 80 años (cumpliditos este diciembre), cuando el mundo necesitaba una historia ideal, Disney llegó con Snow White and the Seven Dwarfs, o como la conocemos por acá con el simple nombre de Blancanieves.
La animación en la década de los 30 comenzaba a postularse como una posible forma de expresión cinematográfica que, con el lanzamiento de esta película, exploró un mercado infantil nuevo que a la fecha sigue dando las mejores producciones y, es justo decirlo, las más grandes ganancias de la industria del cine. Con nuevas técnicas de animación (cel) con las que también se lograba sincronizar el sonido, Disney lanzó una de las mayores innovaciones en la materia con el objetivo de dar a los niños y las generaciones más jóvenes un momento de felicidad y la idea de un “felices por siempre” que pasaría la historia.
Por eso, Blancanieves no es sólo una joya fílmica basada en un cuento mucho más perverso y antiguo, sino un referente en el mundo de la animación y las producciones que vieron en el riesgo un caso de éxito. Además, si estamos hablando de que todo el equipo de producción se convirtió en pioneros, tampoco podemos dejar de hablar de las enormes inversiones que Walt Disney, el visionario, hizo para traer a nosotros a través de un procesador, técnicas como squash and stretch o sweatbox que han hecho de Coco o Frozen, experiencias visuales sin precedentes con sólo ocho décadas de diferencia.
La importancia de Snow White and the Seven Dwarfs también se encuentra precisamente en la diferencia en la percepción del tiempo que marca con sus dos premisas principales que ya mencionamos: el valor cultural y el valor tecnológico. En el primero, 80 años es una enorme diferencia si consideramos las circunstancias actuales que su misma industria está atravesando en estos momentos: el silencio y la voz de las mujeres; en cambio, en el segundo, 80 años no es nada si comparamos el último hit de la compañía, Coco, con lo rudimentario, pero estéticamente invaluable de Blancanieves.
Una película que no podría ser más perfecta a pesar de no ser la primera cinta animada de la historia. Pero sí, y con toda seguridad lo decimos, la primera cinta que lo empezó todo y que ha hecho de la fantasía una realidad.