Bardo. Poeta de los antiguos celtas. Poeta lírico de cualquier país o época. Persona encargada de transmitir las historias y leyendas de forma oral. En el budismo, bardo es el “estado intermedio” o el “estado de transición que sucede de forma inconsciente tras la muerte de una persona, derivado de las visiones y/o alucinaciones que se pueden sufrir en el estado previo a su próxima reencarnación.

Tal vez esas visiones o alucinaciones son las que hacen que BARDO de Alejandro Gonzalez Iñárritu. sea una película profunda, compleja y que nos confronta con nuestras creencias. ¿Cuál es la frontera entre la fantasía y la realidad? Y sobre todo, ¿quién o cómo se diferencia lo que es real de lo que nunca fue o será?

BARDO es una de las películas más esperadas del año, de esas cintas de las que sabemos mucho y al mismo tiempo nada. El regreso a México de Alejandro González Iñárritu, que abre con una espectacular secuencia en el desierto de un hombre que camina, corre, vuela y emprende un viaje retrospectivo, en primera instancia nos hace creer que estamos ante una película muy personal, sin saber que a través de esos planos e historias, podremos vernos a nosotros mismos.

Foto: Cortesía Netflix

BARDO

Silverio Gama es un aclamado periodista y documentalista que tras veinte años de vivir en Los Angeles, regresa a México previo a recibir un reconocimiento, un regreso que lo lleva a confrontarse con la nostalgia de volver al lugar que considera suyo, pero al cual ya no pertenece.

Amigos que dejan de serlo, reconocimientos que llegan cargados de reproches, envidias y reclamos, el sacrificio de relaciones familiares para perseguir eso que llamamos “éxito”, y quedarnos en el limbo o en el “bardo” de no ser ni de aquí ni de allá.

Si, la migración es una de las tantas capas que se desprenden de esta historia, probablemente sea la principal o la más obvia, pero no lo hace únicamente desde un tema estrictamente geográfico o de pertenencia, sino que a través de Silverio Gama, profundiza hasta llevarnos a cuestionar nuestra propia identidad. ¿Somos lo que realmente creemos ser? y ¿cuál es el costo que estamos dispuestos a pagar por ello?

Foto: Cortesía Netflix

México es un país surreal en muchos sentidos. Chavela Vargas solía decir, incluso, que la palabra “México” viene de “Mágico”. Es un país que, de alguna forma, le exige más a su selección de fútbol que a sus políticos. Un país que amamos sobre todas las cosas, pero que está profundamente roto.

La ironía es parte de nuestra cotidianidad y que de alguna u otra forma, cobra relevancia a través de las escenas y diálogos de BARDO, puntualmente en la secuencia en la que se recrea de la batalla del Castillo de Chapultepec, y por supuesto, en una de las escenas más espectaculares de toda la cinta: el diálogo que ocurre entre Silverio Gama y Hernán Cortés sobre una pirámide de cuerpos en el Zócalo.

Dos ejemplos que retratan la distorsión natural de lo que ocurrió, lo que nos contaron, lo que creemos y a su vez, interpretamos para contar.

Foto: Cortesía Netflix

Bardo de Alejandro González Iñárritu

Cinematográficamente hablando, lo que hace Alejandro Gonzalez Iñarritu en BARDO es hermoso, replicando y perfeccionando algunas de las secuencias características que le han consagrado como uno de los mejores directores de nuestra época; sin embargo el trabajo que hace Eugenio Caballero en la dirección de arte, Martín Hernández con el audio y el propio González Iñarritu en colaboración con Bryce Dessner en la música original, es sensacional.

Personalmente, hay dos escenas en BARDO que me parecieron hermosas. La primera ocurre durante la ceremonia de premiación en la que Silverio Gama será galardonado, y en el baño del salón, se encuentra con su padre muerto para tener una de esas charlas que todos quisiéramos tener con las personas que ya no están con nosotros.

Cortesía: Netflix

La segunda transcurre en la playa, cuando Silverio acompañado por su familia, libera las cenizas de Mateo, que nos recuerda la trascendencia y el dolor silencioso y permanente que trae consigo toda pérdida familiar. Encontrar la belleza en el dolor es algo que no había podido visualizar hasta que vi esta escena.

BARDO: Falsa crónica de unas cuantas verdades no sucede en línea recta y carece de razón. Por el contrario, produce un efecto muy extraño, pues es un filme que te mueve y cuya relevancia radica en las emociones que produce mientras la ves, pero también en los pensamientos que llegan tras horas y días después de verla.

Cortesía Netflix

Escribo este texto una semana después de verla y de tratar de digerirla. Y entre más la pienso, más me gusta. Si algo nos advierte el título de la más reciente película de Alejandro González Iñárritu, BARDO: Falsa crónica de unas cuantas verdades, es el viaje que, en todo sentido, estas por presenciar.

Foto: Cortesía Netflix

Aquí puedes checar la fecha en la que “Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades” se estrena en salas de cine y por supuesto, en Netflix.

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