Nos encontramos en una suerte de ministerio público; parecen los separos de alguna delegación, pero más pulcros. La sala está prácticamente llena de hombres negros que esperan el dictamen sobre su culpabilidad o inocencia. Uno de ellos está visiblemente enfermo de la cabeza. Va al baño, llena su vaso con agua del retrete y se la toma. Todos los presentes –las autoridades, los detenidos– ríen ante el espectáculo ridículo y repulsivo. Un policía (calvo, blanco, con ojos azules brillantes) hasta se acerca al loquito y le pregunta jocosamente que cómo va. Pero el loquito le escupe toda el agua puerca que se había guardado en la boca. El policía saca su macana y le pone una tunda. Ya nadie se ríe. Una alarma comienza a sonar mientras otros policías someten al escupidor. La pantalla se obscurece.
Más o menos ese es el tono que define a Atlanta: te da chance de reírte un rato hasta que empiezan los macanazos.
El atlanteño detrás de Atlanta
Donald Glover probó su valía como guionista en las primeras temporadas de 30 Rock. Formó parte de una serie que probablemente se volverá de culto (¿o ya lo es?): Community, donde le dio vida a Troy Barnes, el nerd mejor amigo de otro nerd. Luego decidió probar suerte como rapero y se hizo llamar Childish Gambino. Tres discos y varios mixtapes después sigue sorprendiendo con letras que van desde lo más cursi de lo cursi hasta la protesta política, pasando por temas profundamente sexuales.
Sea como sea, Donald Glover demuestra en sus proyectos un talento innegable. El año pasado se enfocó de nuevo a la televisión. Escribió, produjo y dirigió Atlanta; una serie casi autobiográfica sobre su vida en esa ciudad. Pero no lo hizo todo él solo: en la mitad de los episodios contó con la pericia de Hiro Murai, un joven director japonés que hasta ahora se había enfocado en videos musicales con mucho éxito. Murai es el genio detrás de Do You? de Spoon; Black Man in a White World, de Michael Kiwanuka y Sober, del propio Childish Gambino:
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Atlanta, con su primera temporada, ya se posicionó como una de las propuestas televisivas más originales de los últimos años. Se llevó los dos Golden Globes a los que estuvo nominada: Mejor serie de comedia y Mejor actor en una serie de comedia. Los premios televisivos de la crítica (Critics Choice Television Awards) también reconocieron la actuación de Glover y además, nombraron a esta serie el programa más emocionante de 2016.
Los reconocimientos no son gratuitos: Atlanta está escrita y dirigida con atención a los detalles. El soundtrack de la serie, que abarca desde propuestas de rap de la escena local de Atlanta hasta clásicos del funk y el R&B, acompaña con maestría muchos de sus mejores momentos. Por otro lado, la elección de locaciones da una visión general de la ciudad, que se complementa con múltiples insertos de planos generales en lugares emblemáticos.
La serie se centra en la vida de Earnest “Earn” Marks (interpretado por el propio Donald Glover) un hombre atrapado en un limbo de inmadurez. Ya es papá de una bebé, pero no tiene un buen trabajo y, aunque estuvo en Princeton –una de las ocho universidades que conforman la Ivy League– su futuro no es para nada lo que él y la gente que lo rodea esperaban.
La importancia de llamarse Earn
La suerte parece cambiar para Earn cuando su primo Alfred tiene una canción que pega a nivel local. “Paper Boi”, el título de la canción y también el nombre artístico de Alfred, surge ante el protagonista como la oportunidad de salir de su situación de pobreza. Earn se autonombra el mánager de Paper Boi y se une al equipo detrás del rapero en ciernes.
“Equipo” es un decir, sólo tres personas se encargan de respaldar la imagen de la estrella de rap en potencia. El propio Alfred, el recién llegado Earn y Darius, un güey ultrapacheco que todo el tiempo está haciendo reflexiones aparentemente absurdas y extrañamente profundas. Completa el elenco Zazie Beetz como Vanessa, la mamá de la hija de Earnest. Es una mujer fuerte cuando hace falta y apoya a Earn hasta donde puede.
Las peleas personales de cada uno de los personajes están intercaladas con la realidad que vive la comunidad afroamericana en Estados Unidos. Desde los primeros capítulos se dibuja el trato que la policía da a los jóvenes que no son blancos. Glover también se encarga de matizar el estigma del rapero – traficante de drogas: no niega que existe una correlación entre ambas actividades, sino que explica cuáles son las razones por las que esta existe.
Aunque su personaje está obviamente relacionado con su vida, Glover es capaz de mantener la distancia necesaria para burlarse de él. En diferentes momentos de la serie, Earn y los demás se encuentran en situaciones a las que ellos mismos se conducen. La cárcel, rodeados de gente extraña; un antro lleno del tipo de gente va a los antros; un evento de caridad donde la estrella es un morro insoportable llamado Justin Bieber (no es el Justin Bieber de esta dimensión, pero se le asemeja bastante); una junta de negocios con un grupo de narcotraficantes; una pelea de tuits con un personaje de internet que en la vida real es completamente patético…
Pero en todos y cada uno de estos escenarios, Glover logra maniobrar el drama con comentarios políticos y chistes. Esta suerte de malabarismo de emociones hace de Atlanta una mezcla melodramática e hilarante, a la vez que crítica y trascendente. No por nada Fox ya anda preparando la temporada dos, que saldrá en algún punto de este año. Ojalá que mantenga el tono de la primera. Que dé algo para pensar, algo para llorar, algo para reflexionar sobre nuestras propias decisiones. Pero sobre todo, que siga dando algo para reír como si estuviéramos fumando un porro con los protagonistas.
@SofTellez