Cualquier relación de pareja es como una montaña rusa. Tus emociones se encuentran en un continuo vaivén emocional, donde a pesar de algunos momentos de calma el vértigo siempre regresa para provocarnos varios vacíos en el estomago, hacernos como un trapo y ponernos en estado de tensión.
La anterior comparación puede resultar un cliché, lo sabemos, pero si hacemos un repaso de todas nuestras relaciones de pareja entonces podremos corroborar que la mayor parte del tiempo estuvimos, estamos o estaremos inmersos en una lucha de fuerzas que ocasionalmente llegan a colisionar teniendo efectos devastadores. Sin embargo, esos momentos de destrucción, caos y conflictos suelen ser aceptados con resignación, pues detrás de ellos se encuentran algunos momentos luminosos donde el amor alcanza la calificación de sublime y acabamos deslumbrados.
Toda esta ambigüedad queda retratada en Amor mío (Mon Roi), película francesa del 2015, que ha tenido una gran acogida en muchos festivales de cine alrededor del mundo y que en Cannes obtuvo el premio a Mejor Actriz, gracias al gran trabajo que la actriz Emanuelle Bercot realizó interpretando a Tony.
Dirigida por la gran cineasta francesa Maïwenn, esta película es un profundo estudio sobre las relaciones de pareja, dejando de lado las historias de amor perfectas para mostrarnos un romance con todas sus imperfecciones y costuras, donde las dudas, el miedo y el orgullo juegan un papel predominante.
La película aborda los días de terapia de Tony, quien después de un accidente en esquí debe pasar varias semanas en una clínica de rehabilitación, donde al dolor físico del lento y desgastante proceso que sigue para darle movilidad a una de sus piernas, se une la tristeza emocional de una relación fracturada y llena de grietas.
Es durante esos días de soledad cuando Tony va reviviendo los momentos más significativos de su romance con el carismático Georgio Milevski , relación que desde sus inicios estuvo marcada por la tremenda química de ambos, y por una fuerza de atracción que los hace no poder despegarse el uno del otro, en una mezcla de arrebato carnal y ternura que los llevan a formalizar su relación en muy poco tiempo.
No obstante, todos sabemos que esos momentos de ensoñación tarde o temprano se disipan para dar paso a nuestro verdadero yo, aquel que surge cuando no queremos guardar las apariencias ni ceder ante otra persona. Puede ser ego, vanidad, sentido de competencia o la necesidad de imponer nuestra forma de pensar, pero cuando estas diferencias se asoman el amor se vuelve voluble y empieza la verdadera prueba para dos personas que, al menos en la película, se aman demasiado pero no se soportan.
Además de que todos se verán reflejados en la trama, esta película cuenta con el plus del duelo actoral de sus protagonistas, donde Emanuelle Bercot le imprime a su personaje la fuerza suficiente para ver a una Tony a veces vulnerable, a veces fuerte, a veces avejentada y otras esplendorosa y atractiva, todo dependiendo del punto de la historia en el que nos encontremos.
Por otro lado tenemos a Vincent Cassel, quien encarna a un cínico adorable, un personaje que a pesar de sus múltiples defectos y del egoísmo que parece regir todas sus decisiones, conquista a Tony y a los espectadores.
Al final Tony no sólo intenta sanar su pierna, también su corazón que, valga la cursilería, está cansado de chocar una y otra vez con el mismo puerto al que se encuentra amarrado, y donde no han sido pocas las mareas que han estado cerca de hundirlo.
Amor mío es una gran película y este fin de semana se estrena en las salas comerciales de México, háganse un favor y vayan a verla.
Por @gabrielrevelo