ROMA, el último largometraje del director mexicano, Alfonso Cuarón, ha causado sensación en todo el mundo por diversas razones. Primero, se trata de la película más íntima y personal del cineasta, un viaje imaginario a su pasado en que su figura tan sólo participa como un personaje circunstancial; en segundo lugar, la importancia del personaje central representado por Cleo, una indígena de Oaxaca que cuida a la familia cuando esta parece desmoronarse, lo que nos lleva a un debate intencional de divisiones sociales y discriminación en México; y en tercero, la maestría que Cuarón muestra en la dirección, la fotografía, el guión y la edición del filme.
La presencia mediática de una persona como Cuarón, ganador del Oscar a Mejor Director por Gravity, también ha influenciado la percepción del público hacia ROMA; sin embargo, para todos aquellos que ya tuvieron la oportunidad de verla, este filme habla por sí mismo como una de las mejores obras del director, del cine mexicano y de esta expresión artística en general. Con su presentación en la edición 16 del Festival Internacional de Cine de Morelia, una de las fiestas más fílmicas más importantes del país, también llegó la hora de dialogar sobre los diversos elementos que conforman ROMA, la visión única del creador, el trabajo de la producción y del elenco, y lo más importante, las pláticas que han surgido entre las audiencias.
Durante la conferencia de prensa de ROMA, y en la cual estuvo presente Cuarón y las actrices Yalitza Aparicio, Nancy García y Marina de Tavira, hablaron sobre la construcción de la historia de la cinta. Desde un principio, Cuarón quería contar la historia de Libo, su nana oaxaqueña que llegó cuando este tenía nueve meses, su vida, su permanencia en la familia Cuarón Orozco y las circunstancias que rodearon la educación que ella les dio. El director dejó muy en claro que no se trata de un filme autobiográfico, sino de una historia que rinde tributo a Libo y a todas las mujeres y hombres que emigran de sus regiones natales, para encontrar algo en la gran ciudad.
“Como mexicanos, es una generalización, hay esta tendencia de ser bien campechanos. Nos sentimos incluyentes, nos ofendemos mucho acerca de la actitud racista de otros países. Con mucha razón, apuntamos a las posiciones de Trump o las actitudes en el racismo dentro Estados Unidos o hacia el racismo expresado hacia los mexicanos. Nos ofendemos mucho acerca de las políticas migratorias. Y eso con justa razón.
Tenemos también la tendencia de no aceptar algo que es tan obvio, que lo tenemos en las calles todos los días, que es el inmenso racismo que existe en este país, ese racismo que es claro y evidente que se ve en cómo está la distribución económica de este país. Yo sé que estos comentarios a mucha gente les ofende, que hable por mí mismo y que yo no vivo en México, entonces por eso yo no puedo darme cuenta de esas cosas. Pero es evidente con la caravana migratoria”.
El cineasta habló sobre dos distintas palabras pero que se encuentran íntimamente ligadas: el racismo y el clasismo. Los mexicanos tienden a decir que no son racistas, sino clasistas; sin embargo, en cualquiera de sus formas, las dos van ligadas con un mismo tema: el odio y la indiferencia. Esta es la situación que viven miles de indígenas a través de todo el país, sobre todo en las grandes ciudades, y que se exponen de manera discreta en ROMA con la presencia de Cleo y cómo se convierte en el pilar de la familia liderada por Sofía, una mujer abandonada.
Las actrices Yalitza y Nancy, Cleo y Adela en ROMA, hablaron de la oportunidad de participar en un proyecto de tal magnitud sin siquiera saberlo. Yalitza acudió al casting acompañada de su mamá por el miedo de entrar a un grupo de trata de blancas. Ni siquiera sabía quién era Cuarón y lo que había logrado en el mundo con su cine. En cuanto el director la vio, supo que ella debía ser Libo por su físico, pero sobre todo por su calma. Nancy entró al proyecto de invitada, por ser la mejor amiga y maestra de zapoteco de Yalitza. Con estas dos entradas, ROMA podía comenzar a tomar forma y color (blanco y negro, evidentemente).
ROMA presenta a dos mujeres como centro de su historia. Dos mujeres que han sufrido de abandono y viven la soledad, la fuerte pero al mismo tiempo complicada presencia de vidas ajenas, una época social y económica de dolor en el país, y todo esto frente a una aparente soledad que termina convirtiéndose en familia. De aquí las palabras principales del filme: “La familia es una memoria que todos compartimos”…
Esta película de Cuarón ha sido catalogada en todo el mundo como una verdadera obra de arte gracias al tema orgánico que aborda, pero también la experiencia sensorial que nos brinda a través, sobre todo, de dos puntos: la vista y el oído. ROMA se construye con su narrativa visual, es meramente contemplativa sin necesidad, en la mayoría de las escenas, de diálogos, sino todo lo contrario, improvisaciones (porque la vida no tiene un guión, comentó Yalitza). Otra de las partes más importantes del filme es el sonido, lo que realmente nos lleva al pasado y construye una atmósfera para los espectadores: el sonido del camotero y el afilador; la banda escolar; el tránsito de los 70; el ruido de la ciudad y su gente.
“Yo creo que cualquier expresión artística, por la función de ser, ya trasciende. El arte es una expresión humana donde la maravilla es la diversidad de colores que tenemos en la humanidad. Esos colores, esa especificidad cultural enriquece totalmente la temática que está presente. Pero el arte sí pertenece a la experiencia humana”, dijo Cuarón. Y es precisamente lo que hace de ROMA un gran filme, que se trata de algo humano a un nivel individual, pero también social.
Cuarón fue el invitado especial de la Gran Gala del FICM 2018 donde recibió un galardón especial de Excelencia Artística que no sólo celebra ROMA, sino toda su filmografía y el compromiso artístico y social que siempre presenta en cada una de sus obras como Gravity o Children of Men.