Por Miguel Ángel Delucio | @miguel_delucio

Las aguas en Estados Unidos son turbias, oscuras y peligrosas. Desde el 20 de enero del 2017 el país del norte de América está en manos de una persona sumamente inestable, Donald Trump. La toma de posesión del empresario marcaría la historia de dicha nación en todos los aspectos, hasta el deporte, aunque en ese momento no lo pareciera.

Recientemente Trump se ha dedicado a mandar mensajes vía Twitter en contra de la NFL y la NBA. En estos retiró la invitación a los Golden State Warriors a la Casa Blanca, invitó a la liga de futbol americano a despedir a los manifestantes y más. Así, el presidente ha mezclado dos temas que se suponía no tenían que estar juntos.

¿Por qué la política y el deporte no iban unidos?

Foto: Getty Images

Los atletas tenían problemas a la hora de meterse en asuntos políticos. Al tomar una postura podían ganar detractores y las consecuencias podían ser muy grandes. Así, muy pocos jugadores hacían comentarios a la hora de ser cuestionados en este tópico, evitando polémica.

Por otra parte, el aficionado en su gran mayoría opina que estos dos temas van completamente separados. La política es escabrosa, profunda y complicada mientras que el deporte es mucho más sencillo, una distracción que ayuda en la vida cotidiana. Ramos totalmente distintos que una gran parte de los seguidores no quiere mezclar.

Claro, una cosa es lo que se desea y otra muy diferente es lo que pasa. Estados Unidos no hubiera querido ver que estos se revolvieran en un mar de dimes y diretes, pero así fue. La cuestión aquí es ¿por qué y cómo?

Aprovechar el escenario

Colin Kaepernick

“No me voy a parar con orgullo a ver una bandera de un país que reprime a las personas negras y de color. Para mí, esto es más grande que un juego y sería egoísta de mi parte ver hacía otro lado. Hay cuerpos en las calles y hay gente que se sale con la suya. Esto no es algo que dejaré ahí. No estoy buscando aprobación de nadie. Tengo que ayudar a las personas que están siendo reprimidas. Si me quitan el futbol americano, sabré que me impuse por algo que estaba bien”.

Estas fueron palabras de Colin Kapernick el 26 de agosto del 2016. No era el momento más brillante en la carrera del mariscal de campo, pero ahora a más de un año del inicio de esto, tenía razón. Se le tachó de oportunista, se le acusó de querer ganar reflectores, pero la idea de Kap era clara: hacer consciencia en la sociedad de lo que estaba pasando y lo que venía.

La muestra más clara de lo que predicó el QB fue en Charlottesville. La ciudad ubicada en el condado de Albemarle fue testigo de enfrentamientos, de marchas neonazis y de nuevo, de declaraciones muy poco atinadas del presidente.

Colin simplemente aprovechó el lugar en donde estaba parado para demostrar un punto. Aunque en ese momento parecía erróneo, ahora vemos que los deportistas lo tienen que hacer, sobre todo en Estados Unidos.

El mundo los está viendo, son ídolos y héroes del futuro de la sociedad y este es el marco perfecto para poner el ejemplo. No se trata de imponer una ideología política a través del deporte. La primicia de esto debe de ser señalar qué está mal, cómo corregirlo y sobre todo, hacerlo de manera pacífica.

La NFL cuida su negocio

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También está el otro lado de la moneda: el dinero. Shannon Sharpe, exjugador de la NFL y analista de Fox nos regaló un discurso lleno de puntos muy válidos.

El miembro del Salón de la Fama se dijo “decepcionado” de lo que pasó el domingo lleno de protestas. No por la acción en sí, más bien por las razones detrás de esto.

Sharpe explicó que nadie apoyó a Kaepernick en su momento, que todo lo que pasa en la liga con la violencia doméstica, abuso de sustancias y otros temas no tocaron las fibras de los dueños. Empero, cuando Trump metió a su deporte en su discurso de odio y le pidió a la gente que los boicotearan, fue cuando reaccionaron.

Con toda obviedad, un llamado de este tipo del presidente de un país crea odio y sí golpea las arcas de la liga. Así, dueños como Shahid Khan, Jerry Jones y Arthur Blank salieron “unidos” con sus jugadores, pero Shannon no olvida. Hizo encampié que cada uno de estos señores donaron un millón de dólares para la inauguración de su actual mandamás nacional.

La realidad es que les dijeron qué hacer y no les gustó. Así, su reacción es meramente monetaria y nada más. Protestaron, pero por las razones equivocadas.

Tiempos extraordinarios en la NBA

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La liga de basquetbol no se queda atrás. Las estrellas como LeBron James y Stephen Curry tienen muy claro lo que está pasando en su país. Se han unido en búsqueda de soluciones y de paso, enviar mensajes muy claros a su presidente.

La NBA también se ha convertido en escenario para mostrar el descontento con el camino de una nación. LeBron comentó hace unos días: “Usar el deporte para dividir es ridículo, el deporte es para unir”. Mientras, Curry contestó a Trump cuando les retiró la invitación: “No sé por qué él siente la necesidad de señalar a ciertos individuos más que a otros. Tengo una idea de por qué, pero lo que puedo decir en este momento es que eso no es lo que hacen los líderes”.

El tema está tan mezclado que leyendas como Michael Jordan, Kobe Bryant y Bill Russell han tomado la misma postura. Consideran que se está promoviendo el odio, el racismo y que esto no hará que “América sea grande de nuevo”.

Así que como dijo el periodista Charles Price en un artículo de Sports Illustrated: “No esperen que los atletas ‘solo se queden en el deporte'”. La política y los problemas sociales están ahí y lo mejor es que los jugadores aprendan a dar un mensaje correcto, ayudar a su comunidad y así, mejorar su país que nos guste o no, tiene gran influencia en el mundo.

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