Por: Abraham Huitrón

Afuera la gente hace filas enormes para entrar y reina el caos. Son muchas personas para un acceso tan pequeño, y por si fuera poco, algunos prefieren meterse en la fila y ni siquiera formarse, a pesar de que les recuerdan en dónde está la fila y un par de cosas más. Ellos, los que se meten a la fuerza, aseguran ser amigos de alguien que está adentro, o tener entradas preferenciales, así se justifican: “Es México goey, capta”.

Eso sí, adentro el escenario al aire libre luce pletórico, el mismo por donde ya desfilaron Ruzzi, a quien le fue MUY bien, así como Celest y Self Sabotage, de quienes ya les hablamos anteriormente. Antes de comenzar, le anuncian al público que por petición expresa de la banda, no se puede fumar y hay que guardar silencio cuando ellos lo indiquen. Así inician las cuerdas de un violín y el tranquilo sonido de la trompeta, que contrastan con el caos y desorden que reinaba afuera, es evidente que los organizadores fueron rebasados. Afortunadamente sólo quedó como una anécdota.

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Como nos contó el propio Milosh, al inicio de la banda compartieron muy poca información sobre ellos, para que la gente se concentrara en la música, y parece que el show en vivo comparte este concepto. Sobre el escenario todo está iluminado excepto los integrantes del grupo, que parecen un conjunto de sombras que se mueven de un lado a otro y emiten sonidos.

El silencio es sepulcral, y al principio la gente duda si está permitido aplaudir y gritar, nadie quiere arriesgarse a que lo callen, pero en eso suena “The Fall”, aunque con una versión más corta de lo habitual, como si Rhye quisiera terminarla lo más rápido posible. Al final la gente no puede contenerse más y les regala una ovación.

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Y cómo no hacerlo, si esta noche en donde el frío viento arropa al teatro Angela Peralta, nos regala una hermosa postal donde la banda tiene de fondo a los enormes y lujosos hoteles que caracterizan a la zona de Polanco,  y se complementa a la perfección con los delicados ritmos de la banda que está repasando todas las canciones su único disco Woman.

“¿Cómo les va Ciudad de México? ¿El sonido está bien? Gracias por venir, este es un grandioso lugar y un gran público, muchas gracias”, son las primeras palabras que comparte Milosh con la audiencia, quienes después de cerca de media hora de haber empezado, aún siguen entrando al teatro.

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Milosh se pasea de un lado a otro del escenario. Igual toca el piano, la batería, el violín y canta, se deja llevar por la música, mientras el grupo nos introduce en un trance instrumental del que todos somos espectadores silenciosos, hasta que termina la canción y la gente estalla en gritos, aplausos y chiflidos como esperando a tener su autorización para hacerlo. Mucho se ha hablado de que su voz es igualita a la de una mujer, pero independientemente de lo suave y sofisticada que se escucha, la verdad es que es todo un deleite para los oídos. La domina a su antojo y nos lleva de la melancolía a la euforia en solo unos segundos.

Rhye le pidió a la gente que no fumaran, pero a varios simplemente no les importó y encendieron sus cigarros a placer. Hay una chica a nuestro lado que le pregunta a la gente si tenían alguno que le vendieran. Alguien trae pero le recuerda que la banda pidió que no lo hicieran – dice que no le importa, que no lo escuchó. Arrastra las palabras y se tambalea de un lado a otro en estado de ebriedad. La mejor excusa para saltarse cualquier regla.

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¿Hace cuanto que no veíamos un show así? El espectáculo de Rhye es parecido a estar en la ópera, están logrando su cometido: que el público se concentre en la música, y el silencio es reflejo de un gran respeto por ésta, algo que no se ve todos los días porque lo pasamos por alto. Algunos se lo pasan por alto aquí. Siguen sin comprenderlo. Ahora, anuncia una nueva canción, con la advertencia de que aún continúan experimentando con ella.

Para la siguiente canción, nos piden que todos estemos súper callados y suena “Open”, con unos arreglos que la hacen escucharse sublime, aunque nuevamente se oye a lo lejos a un par de amigas que conversan alegremente, algo sobre arreglar un problema con la luz de su casa, ¿en serio? Sin embargo, alguien del público les recuerda que están arruinando el show, pero a ellas no les importa. ¿Respeto por la música? PFFFF.

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El público sale de las sombras para ponerse de pie, agitados por el ritmo que por primera vez en la noche, sube de velocidad, gracias al sonido de las trompetas. Un tema más alegre, más movido y ruidoso, igual que los gritos de la gente al terminarla. Como si toda la noche estuviéramos esperando este momento, toda esa energía acumulada estalla en una ovación, hasta la banda se detiene unos segundos para recibirla, para disfrutarla.

A pesar de todo, Milosh menciona que hemos sido una gran audiencia, anuncia que para el siguiente tema quiere hacer una parte sin micrófonos, por lo que pide silencio, y advierte que después del ambiente festivo, ahora regresaremos a la tranquilidad. Fue la mejor parte del show, Rhye canta a capela y aunque se escuche muy bajito, es grandioso. Al final alguien por ahí adelante gritó y no dejó que fuera perfecto, pero al menos no fue un completo desastre.

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Ahora lo entendemos todo. Rhye tiene un gran respeto por la música, aman lo que hacen y ese sentimiento se lo quieren transmitir al público. Por eso eligieron este teatro, por eso nos piden guardar silencio, no fumar y la poca iluminación sobre el escenario. Es grato que alguien venga a compartirnos lo maravilloso que es la música, envolvernos por casi hora y media en este mundo con un grandioso show que no se ve muy a menudo por estos lares. Desafortunadamente no podemos decir lo mismo de toda la audiencia. Lástima que algunos, sigan empeñados en no entenderlo.

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Fotos: Cortesía Dorado Music Group

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