A veces las alegrías de la vida vienen en formas inesperadas, como un puerco gigante. Cuando los canadienses Steve Jekins y Derek Walter adoptaron a la cerdita Esther, juraron que se trataba de un puerco enano. Dos años y 300 kilos más tarde, el lechón terminó siendo un cerco comercial de peso pesado pero, frente a la amistad que habían establecido con el animal, ya no había pero que valiera.
Los cerdos (de cualquier tamaño) son animales más inteligentes que muchos perros y, en la mayoría de los casos, también más limpios. Cuando estos chicos lo comprobaron por sí mismos, la idea de volver a comer una chuleta les pareció insoportable y se volvieron veganos y ahora se dedican a la construcción y cuidado de un refugio de animales. Hasta el momento, han recaudado 440 mil dólares para el proyecto contando la historia de Esther.
Acá te dejamos con algunas de las fotografías de estos sorprendidos hombres con su “pequeña”. Seguro terminas tan derretido como nosotros:
