Creo que todos alguna vez en nuestra vida hemos probado el Red Bull o por lo menos conocemos la marca y la podemos identificar. Pero ¿saben cómo nació esta bebida?
El dueño de la marca es Dietrich Materschitz, un austriaco dueño de la bebida energética más vendida del planeta con una fortuna (según Forbes) de unos 8 mil 200 millones de dólares, siendo la persona número 159 más rica del mundo. Y ¿cómo se le ocurrió esta bebida?
Por si no lo sabían, este señor tenía 38 años y era un trajeado que trabajaba en Blendax, una empresa alemana fabricante de cremas, shampoo y pastas de dientes. Un día, en un viaje a Tailandia, pidió en el bar del hotel algo que le ayudara con el jet lag y le ofrecieron algo llamado “Krating Daeng” o en español “búfalo rojo de agua”, una bebida típica de ahí para ayudar a los conductores de camión a no dormirse.
Después de obtener la licencia para producir la bebida en Austria, en 1984 renunció a su trabajo y con sus ahorros comenzó a darle forma a la empresa “Red Bull GmbH” junto con dos tailandeses.
Las complicaciones no se hicieron esperar, puesto que no había un mercado a quien venderle la bebida, por lo que durante tres años se dedicó al marketing y lanzamiento de la bebida.
En 1987 comenzaron a venderse las bebidas con el ya conocido eslogan “Red Bull te da alas”, creado por un publicista amigo de Mateschitz. Y de ahí, todo ha ido aumentando, en 2013 se habla de 5 mil 300 millones de latas vendidas en 166 países.
Es gracias al éxito de su eslogan y al contenido de la bebida que Red Bull se ha vuelto una marca muy rentable y comercial. Desde la Fórmula 1, escuelas de futbol en África y América Latina, equipos de futbol, hockey sobre hielo, estadios, la marca del toro rojo está presente. Patrocina a alrededor de 600 deportistas alrededor del mundo y uno de los más espectaculares fue el salto en caída libre desde la estratósfera realizado por Felix Baumgartner.
En la actualidad destina muchos millones de dólares en la inversión en deportes, quiere un imperio deportivo patrocinado por Red Bull.
Así que ya saben chavos, nunca es tarde para tener una idea millonaria, sólo tienen que echarle coco.