El guitarrista británico más alabado en la década de los 80, hoy llega a los 65 años de edad. Todas las buenas cosas requieren de esfuerzo y Mark Knopfler se tardó unos cuantos años en erigirse como el gran músico que es hoy en día. Es comprensible, estuvo atrapado durante los 70 en el fuego cruzado que por un lado lanzaba el Punk con sus clamores anti-técnica y por otro lado el Heavy Metal que comenzaba a llevar la técnica hacia parajes verdaderamente extremos y distorsionados.
Mark Knopfler es un músico tradicional en todo el sentido de la palabra, sólo quería hacer buenas canciones que tuvieran un poco de sentido del humor, fueran memorables y que llegaran al gran público sin comprometer su integridad. La tarea se antojaba difícil pero Mark supo cómo llegar a su meta.
Tuvo la fortuna de contar con un cómplice en la casa paterna, su hermano David. Ambos fueron poseedores de guitarras cuando eran niños. En la adolescencia a Mark lo contagió el gusano del periodismo y se dedicó a ser crítico de Rock en el Yorkshire Evening Post. Esto le dio una nueva perspectiva sobre el panorama musical de mediados de los 70, pudo delimitar lo que las bandas hacían bien o mal con gran agudeza y a la vez aplicar esto para sus propios planes. Con la mano ya bien suelta comenzó a escribir entonces su primeras canciones mismas que palomeaba con David Knopfler, quien a su vez comenzó a reclutar algunos de sus amigos de la escuela para formar una banda.
Un humilde demo de cinco temas le abriría las puertas del éxito a los relucientes Dire Straits. Bastó que sonaran los primeros acordes de “Sultans of Swing” en el programa de radio de Charlie Gillett en la BBC para que el público británico se contagiara de una nueva fiebre de Rock.
Como pasa pocas veces en la historia, la calidad de los temas de Dire Straits tuvieron un impacto inmediato en la gente, al grado que los ejecutivos de Warner de inmediato los buscaron para firmarles un contrato de grabación. En Europa, PolyGram se encargó de hacer lo propio, así que ambas discográficas, cuando aun les interesaba desarrollar talentos, convirtieron a Dire Straits en una de las bandas más grandes de finales de los 80.
Parecía increíble que sólo un tipo con su guitarra (que además tocaba con los dedos, sin usar plumilla, una técnica que le aprendió a su colega Steven Phillips) y un grupo de amigos de la escuela, llenaban estadios por donde quiera que iban. Tan sólo su álbum debut había vendido 11 millones de copias, lo cual marcó el precedente para los 25 millones que vendería posteriormente Brothers In Arms en 1985, un trabajo impecable, perfeccionado a lo largo de los años y que les daría su más grande hit, “Money For Nothing” una mordaz crítica al “rockstar system” que creaba estrellas desechables y a MTV que les daba difusión. Curiosamente el video animado de la canción fue de los que tuvo la más alta rotación en el momento.
Sin embargo, en este punto, Mark decidió que ya era demasiado y prefirió ir a perseguir a su musa inspiradora que a los millones de dólares. Dire Straits se disolvió y Knopfler se dedicó a hacer colaboraciones diversas y crear música para soundtracks, una pasión recién descubierta.
Nunca más ha vuelto a tener el éxito masivo que con Dire Straits pero los temas de sus álbumes solistas encierran gemas maravillosas que al momento de escucharlas nos parece como si las conociéramos de toda la vida, como un hermano perdido, como un tío buenaonda olvidado.
T: IvanNieblas