Río de Janeiro fue un completo caos el día de ayer después de que varios grupos (a los que los medios llaman anarquistas aunque nosotros pensamos que usan el término a la ligera) protagonizaron un enfrentamiento contra las fuerzas policiales luego de una manifestación pacífica que estaban realizando maestros brasileños en huelga.
El lunes, más de 10 mil personas marcharon en el centro de Río de Janeiro para apoya la huelga de maestros la cual empezó hace dos meses y se hizo para exigir un mejor paquete salarial y plan de carrera.
En la marcha participaron profesores, simpatizantes y 50 integrantes de un grupo «anarquista» llamado Black Block.
En la marcha se escribieron en las paredes de las construcciones leyendas que decían cosas como:
«+libros y -bombas [lacrimógenas]»
Encapuchados terminaron enfrentándose con la policía, la cual recurrió a gas lacrimógeno para dispersarlos.
Según el sindicato de maestros, el plan aprobado por el gobierno sólo beneficia al 7 por ciento de sus afiliados. Actualmente un profesor gana 25 reales por hora (poco más de 149 pesos mexicanos).
Podemos observar que México no es el único país en el que los profesores están protestando y cuyo movimiento ha sido eclipsado por los enfrentamientos provocados por grupos violentos que se unen a las manifestaciones y que terminan chocando con los cuerpos policiacos.
El grupo llamado Black Block defiende la utilización de la violencia en las manifestaciones y atacaron el edificio del Consejo Municipal, además de que aventaron bombas molotov, destruyeron cajeros y arremetieron en contra del consulado de los Estados Unidos en Río de Janeiro.
Por otro lado, según O Globo (Brasil) el gobernador Sergio Cabral expuso que la respuesta de la Policía Militar fue la adecuada, pues fue en contra de los grupos que destruían el patrimonio público.
Expuso que los esfuerzos estaban dirigidos para proteger el derecho de Manifestación e impedir los actos de vandalismo provocados por estos grupos violentos.
Nosotros no podemos más que ver con sospecha esta generalización del término «anarco» en los Medios de Comunicación y sospechamos, también, de las intenciones de estos grupos. Al final del día sólo queda cuestionarse, independientemente de si son anarquistas o no, cuáles son los efectos que tiene el que se les llame, a los grupos de choque, de tal o cual manera, sobre todo en la percepción pública.
Deberíamos también cuestionar la facilidad que tienen los medios de comunicación de nombrar los hechos «noticiosos», sobre todo por ciertas «licencias» que permiten. Ya que, en este caso, se crea un grupo al cual se ataca, se le construye como un otro inaccesible y entonces se pierde la empatía, pasa lo mismo del otro lado, cuando se ataca al policía y se crea una imagen de él en la cual ya no se puede identificar uno. Tanto unos, que satanizan a los policías, como los otros, que satanizan a los «encapuchados», terminan haciendo que las manifestaciones mismas no logren nada. ¿No valdría la pena preguntarnos a quién beneficia que la población esté dividida de esta manera?
Sólo como recordatorio final: en el 68 la gente gritaba «Únete pueblo» no gritaba «Policía cerdo» «Maestro huevón»