Escuchamos ladridos. Escuchamos los ladridos de los perros que deambulan sobre la tierra y sobre la organicidad de las pulsiones. Son relatos, hay gemidos también, lamentos y aullidos. Los ladridos resuenan, se vuelven eco que evidencia la corrupción del tiempo y de las personas, la dureza de la tierra y el salvajismo de las bestias que la habitan. Así es la música para perros, una ópera de gañidos que narran cosas delicadas de la naturaleza humana: la parte animal que es la más temible, pero también la más inocente y más fiel, la que más ama.
Alejandro Páez Varela es el autor de Música para perros, una novela que publica Alfaguara y que escudriña zonas inexploradas de un contexto narrativo que se ha vuelto un boom en nuestro país. Y es que ¿cómo no explicar el auge de los relatos que transcurren en la frontera y que se amoldan a un contexto inevitable que ha estado resonando en los diarios? Basta abrir cualquier periódico para encontrar un montón de historias espeluznantes que congelan la médula y nos endurecen y desensibilizan y nos hacen tomarlo todo como algo natural. Y es que la bestialidad lo es. Pero afortunadamente tenemos oasis que nos recuerdan que más allá hay otra cosa, que en la dureza de la tierra también se dan los frutos y que por muy salvajes que sean los monstruos también desean una caricia. Este libro es uno de esos recordatorios.
En Música para perros el lector cartografiará un universo que tiene múltiples aristas que se tocan en puntos inesperados. Estructurada en tres partes, esta novela es pieza de un rompecabezas mayor. El autor ha titulado la ópera entera como La trilogía del desencanto, que consta de tres novelas: Corazón de Kalashnikov, El reino de las moscas y esta última, Música para perros, pero cada una tiene independencia total, puede leerse sin necesidad de las otras dos. Sin embargo, las tres forman un entramado de situaciones complejas que rezuman violencia, amor y nostalgia a un nivel profundamente humano.
Cada parte de esta novela nos cuenta el relato de tres personajes que se entrecruzan y que están unidos por un ineludible azar. La novela nos muestra a un muchacho con alma de perro, con candidez de animal y rabia de bestia que encuentra cobijo en el cariño de una vieja que nunca pudo tener hijos. Un niño que comía del plato de los perros y soñaba con tocar una flauta de manera decente, y que se enamora de una mujer que se hunde en el lodo por decisión propia, “como una puerca” buscando en los burdeles la redención que sólo se encuentra en la caída; una mujer que abandona al amor de su vida: un serrano con trastorno de ansiedad que descubre, —al igual que los otros dos—, que a veces el dinero no es suficiente, ni el amor, ni el recuerdo.
El autor hace prodigios con el tiempo, entreteje una suma de escenarios que se articulan en una estructura que puede encajarse y desencajarse sin causar problemas al lector. Abundan las imágenes vívidas que nos dejarán con la boca abierta. Para quienes no han perdido la capacidad de asombrarse, Música para perros nos mostrará una vertiente insospechada de esa realidad nuestra y dolorosa que a veces preferimos pasar por alto.
Tuve el gusto de platicar con el autor, Alejandro Páez Varela, sobre esta novela, y lo que hablamos fue lo siguiente:
José Ernesto Alonso: La novela no es exactamente una narconovela, es más una historia sobre la cuestión humana y sobre ciertas situaciones de ese orden, ¿por qué relacionarla con el narco?
Alejandro Páez Varela: Yo no las relaciono en realidad, nunca pensé hacer una cosa que se relacionara con el narcotráfico, y de haber sabido lo que venía con la guerra de Calderón todavía las habría separado mucho más. Soy de Ciudad Juárez, crecí ahí, eventualmente, aunque yo quisiera hablar de la vida cotidiana, tengo toda la huella del crimen organizado y de la corrupción del sistema, está en mí, todo eso lo tengo que escribir, fui reportero policiaco muchos años en Ciudad Juárez, entonces eso me impacta en lo que escribo, no hay manera de que lo desvincule.
JEA: Esta trilogía ocurre más o menos en los años ochenta y principios de los noventas ¿por qué situarla en ese lapso?
APV: Porque es el periodo que yo quería retratar y es el que conozco con mayor detalle, porque fue cuando estuve más en las calles como reportero y vi todo esto y me tocó acercarme más a la miseria humana. El reportero policiaco o pierde la sensibilidad o se convierte en un hombre sumamente sensible, yo creo que a mí me pasó lo segundo porque no perdí sensibilidad, al contrario, la rescaté toda y tengo mucha, de hecho tengo mucho escrito que no publiqué por la misma estructura de la novela, y que se quedó guardado.
JEA: En estas novelas hay mucha muerte y mucho amor, por su contexto intrínseco, no se pueden desprender de eso, ¿qué es lo más cerca que has estado de la muerte y qué o quién es lo que más quieres?
APV: A lo mejor ni me he dado cuenta de lo más cercano que he estado de la muerte ni siquiera me he dado cuenta, seguramente he estado muy cerca porque he estado en situaciones de las que posiblemente me salvé de pura casualidad. Y en cuanto al amor, pues… quiero mucho, y estoy rodeado de eso. Yo sería un escritor sumamente cursi si hubiera nacido en Viena, pero nací en Ciudad Juárez que está marcada por los balazos. Pero si hubiera nacido en Praga hubiera sido un escritor de novela rosa.
JEA: Liborio Labrada es un personaje muy fuerte y muy bien logrado que tiene varias apariciones en las novelas, y es también casi el paradigma del narcotraficante mexicano, ¿está basado en uno o varios personajes reales?
APV: Sí, está basado en varios personajes reales, lo pienso físicamente como era Pablo Acosta, lo pienso en lo cabrón que era, muy parecido a Gilberto Ontivera Lucero, lo pienso en lo ranchero que era a un tipo que se apellidaba Piña Valenzuela a quien llaman el Huarache de Oro, todos ellos narcos de la región, es una mezcla de todos, encontré a mi propio personaje, aunque Liborio es profundamente más inteligente que estos tres.
JEA: Dinos un secreto sobre tus novelas, algo que se le haya pasado a la crítica y que por ahora sólo tú lo sepas.
APV: Varios de los capítulos, cuando tú sumas los números que hay, o los restas, dan exactamente el número del capítulo, si tú sumas el número de balazos que disparó y lo restas por el número de heridas que recibió y agregas y etcétera, da exactamente el número del capítulo, y eso no se puede saber si no te lo cuenta el autor, ¿no? Yo creo que tengo una fijación con el orden más que con los números, porque llevando la vida que llevo solamente podría sobrevivir con mucho orden. Es un ejercicio extra que salió en el camino y me di el gusto de hacerlo.
JEA: En Música para perros la música es un elemento importante y forma parte incluso del título ¿qué canciones formarían parte del soundtrack de esta novela?
APV: Yo creo que una, una sola suite, sería la suite de Bach para chelo solo, esa sería, por todo el mood que tiene la novela, es una novela que es muy melancólica, hecha de recuerdos y el violonchelo es eso, es un instrumento melancólico por sí mismo, es un instrumento que huele siempre a viejo. Todos los movimientos e incluso los alegros de esa suite son muy de esa novela.
JEA: Ya que tocamos ese punto de los recuerdos, ¿qué tanto tienen de ti los personajes, de tu novela?
APV: La literatura no viene de la nada, viene de lo que nosotros vamos acumulando, de lo que vamos guardando, y en ese sentido todo lo que tú escribes, e incluso en el periodismo tiene esa gran impronta de quien lo hace, hay mucho de mí en todo lo que escribo y en particular en esta novela que es la más introspectiva de las tres novelas, debe haber, no he hecho el ejercicio, no creo hacerlo pronto, pero debe haber mucho de mí mismo, de mi familia, de todas las geografías, físicas y mentales, que yo visito antes de escribir algo.
JEA: Vi los booktrailer que hizo el diseñador Alejandro Magallanes para promocionar tu libro, que de por sí tiene imágenes muy vívidas, ¿hay algún plan audiovisual o te gustaría que hubiera alguna adaptación cinematográfica?
APV: Bueno los booktrailer están empezando a circular, pero Magallanes es un súper genio, es una estrella en sí mismo y yo creo que es uno de los mejores diseñadores mexicanos en este momento. Se me han acercado dos directores para adaptar Corazón de Kaláshnikov, les he dicho que sí, pero yo no me metería, porque no es lo mío, puedo ser un lector, un cinéfilo, pero no sé hacer cine, ni guiones, ni me interesa. Si alguien se atreve a hacerlo y llega a un acuerdo con la editorial y todo eso que tiene que pasar antes de que el cine funcione, pues adelante.
JEA: ¿Sí la verías?
APV: Por supuesto, tengo mucha curiosidad de saber quién haría el papel de la vieja, porque nunca la describo, nunca, no tiene nombre, el muchacho tampoco tiene nombre, a los dos les quité el nombre porque quería que fueran objeto de la imaginación, porque cuando le das nombre a algo ese algo se parece a tu nombre, tú eres un Raúl, una María, una Estefanía, sin nombre liberas a la imaginación por completo.
JEA: ¿Por qué el público de sopitas.com debería leer tu novela?
APV: Porque son divertidas, porque si me dejan los voy a divertir, si leen el primer párrafo hagan el esfuerzo por meterse al segundo y seguro se van a querer seguir, además es una buena manera de reencontrarse con la lectura, porque no son novelas complicadas, no están escritas con un lenguaje al que le sobren las palabras, va a lo que va.
Musica para perros
Alejandro Páez Varela
Editorial Alfaguara
Por José Ernesto Alonso