Felipe Calderón gastó casi un millón de pesos en retratos al óleo durante su administración.

La galería de los presidentes se encuentra en la planta alta de Palacio Nacional, ahí están los retratos que van de Iturbide y Morelos hasta Fox y Calderón. El de Calderón costó 754 mil pesos, lo pintó Santiago Carbonell, pintor español que escribió en su muro de Facebook:

 “Muchas veces, como artista, tienes que hacer cosas que a lo mejor no son muy de tu agrado, y te cuestan mucho. Otras amorosas que fluyen sin fatigas. Son los gajes del oficio.”

Al que le costó mucho fue más bien al erario público pues la obra fue dada de alta como uno de los bienes muebles que adquirió la presidencia, estas obras deben ser dadas de alta “a valor de adquisición”.

No nos meterémos en la espinosa discusión sobre cómo valuar monetariamente el arte (mucho menos nos  atreverémos a discutir si ésta es una pieza de arte o no), lo cierto es que el cuadro ya está allí colgado y que es uno de los más caros de la galería.

Santiago Carbonell tiene otras piezas en recintos públicos y se encargó de pintar el retrato de Zedillo que está valuado en 1 millón 138 mil 500 pesos casi el doble que el retrato de Mariano Arista, pintado por Édouard Pingret (alumno ni más ni menos que de Jaques-Louis David), en 1851.

Claro que para saber el valor monetario de un cuadro hay que pensar en su calidad (estética), la trayectoria del artista, y las condiciones en que fue producido lo cual da como resultado una cifra siempre especulativa, es decir, el cuadro vale la cifra que podría alcanzar en una subasta por ejemplo.

Cosa extraña que el cuadro “Zedillo sobreactuando introspección frente a la ventana” (el título es mío) cueste tanto si, como dice Cuauhtémoc Medina “no creo que haya una gran demanda de cuadros de Zedillo”.

La discusión filosófica de cuánto puede (o debe) valer una pieza de arte es una discusión hermosa y necesaria (porque habla de la relación entre el circuito creador-mercado-espectador-cosumidor) pero no la resolveremos aquí. Lo cierto es que ahí están esos cuadros que alguito cuestan y si los suspicaces se atrevieran a preguntar, bien podrían los presidentes parafrasear a Wilde y decirnos “hoy en día la gente sabe el precio de todo, pero no conoce el valor de nada”.

***vía Reforma y La Jornada 

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