El 2 de junio lo vamos a recordar como un día triste para la comedia de nuestro país, pues lamentablemente, Héctor Suárez murió a los 81 años de edad. Una verdadera figura del entretenimiento mexicano, pues participó en prácticamente todos los medios que eran posibles para demostrar lo talentoso que era.
Su carrera es reconocida en la televisión mexicana gracias a programas como ¿Qué nos pasa?, donde hacía una crítica satírica bastante ácida para la época sobre la sociedad y la clase política de nuestro país. También participó en grandes películas como Patsy, mi amor, Mecánica Nacional, y muchas más. Pero antes de ser conocido como un humorista sumamente talentoso, su nombre se proyectaba para las marquesinas.
Así fue la relación entre Héctor Suárez y los presidentes de México
En los años 60, Alejandro Jodorowsky llegó a México con todas las ideas creativas que había cosechado en sus viajes por ciudades importantes del mundo, como Lima, Santiago de Chile y por supuesto París. Una de esos pensamientos que tenía en la cabeza era hacer un grupo que desempeñara obras de teatro de tesis –que básicamente era representar aquellos grandes escritos de la literatura respetándolos por completo–, presentando todos ellos al público gracias a sus actuaciones.
Es aquí cuando entra Héctor Suárez, pues por azares del destino y junto a otras personalidades que más tarde serían clave para el cine de nuestro país como Alfonso Arau, se juntaron con Jodorowsky para hacer realidad la idea que tenía. Para nuestra desgracia, es muy poca la información que se tiene al respecto de aquellos días, pero gracias a una entrevista hecha por Cartelera de Teatro en 2016 que le al comediante mexicano, tenemos una certeza de lo que pasaba tras bambalinas.
En dicha entrevista, Suárez cuenta cómo fue trabajar con una de las mentes más importantes de su generación y cuál era el objetivo de su trabajo en el teatro:
“Formamos parte de ese movimiento de teatro nuevo, vanguardista, en el que mostramos quién era Franz Kafka, Eugène Ionesco y August Strindberg. Teatro muy duro, novedoso, difícil, pero muy beneficioso para nosotros. Maravillosamente rico con este loco de Alejandro Jodorowsky, que me tocó la fortuna de agarrar un Jodorowsky purista, creativo, maravilloso”.
Una de las obras que presentaron bajo este formato de teatro de tesis fue Silencio, locos trabajando, la cual escribió Alejandro Jodorowsky junto a Héctor Ortega –otro gran primer actor mexicano–. En ella, Héctor Suárez hacía casi 30 personajes, cosa que por supuesto lo acostumbró a sacar en cada puesta en escena lo mejor de él:
“Fue un acontecimiento increíble. No teníamos ni fuerza para llegar al camerino. Acabando el primer acto, nos quedábamos tirados en el escenario, prácticamente bañados en sudor”.
Y si esto fuera poco, de la mano de Jodorowsky también tuvo chance de conocer a Marcel Marceau –mejor conocido como Bip–, uno de los mimos más conocidos de toda la historia, ya que en el grupo donde estaba Suárez montaron una obra de su autoría: “Nos dio dos semanas de clases de pantomima, fuimos muy dichosos y felices. A mí Marcel Marceau me pareció siempre un poeta, un pajarito hermoso, un ser humano bello, lleno de amor”.
Pero sin duda, esta experiencia trabajando con todas estas personalidades del entretenimiento mundial le sirvió para crear más tarde un montón de personajes como ‘El Flanagan’, ‘El no hay’, ‘Doña Zoila’, ‘El Picudo’ y muchos más:
“No era el teatro costumbrista, el teatro que estábamos acostumbrados a hacer, no era la comedia fácil, ñoña, era la alta comedia, era el guiñol, un patio que también tocaba la comedia pero en otros niveles. Era un teatro muy purista, radical y severo. Yo aprendí mucho y es este teatro el que me lleva a la comedia”.